Martes 21 de junio, 2005. San José, Costa Rica.


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Humor en Al Día


Perspectivas

El círculo del 99

Esteban Cuvardic

Érase una vez un Rey. Estaba rodeado de todos los lujos y riquezas que se puedan imaginar.

Pero no era feliz. Estaba triste. Muy triste.

Todo lo contrario que su mayordomo, quien un día sí y otro también, esbozaba una gran sonrisa. Era feliz. Muy feliz.

- "¿Cuál es tu secreto?", le preguntó intrigado el Rey.

- "¿Secreto, cuál secreto?'", le respondió el mayordomo.

- "Para estar siempre feliz", insistió el soberano.

- "No tengo ningún secreto. Usted me paga razonablemente bien, en ocasiones me da extras, vivo con mi familia en una casa dentro de su propiedad. ¿Qué más puedo pedir?", aseguró el mayordomo.

- "¿Eso es todo? Si no me dices tu secreto, mandaré que te decapiten", comentó furioso el Rey.

- "Ya se lo dije, Su Majestad. No tengo ningún secreto", replicó con inusual tranquilidad el mayordomo.

Intrigado, el Rey mandó llamar a uno de los sabios de su reino, para que le respondiera cuál era el secreto de su humilde pero leal empleado.

- "Es cierto. No hay ningún secreto. Pero, ¿sabe qué? Vamos a hacer una prueba al mayordomo, la cual se llama "El Círculo del 99". Una vez que ingrese en él, ya no podrá salir", respondió el anciano.

En horas de la noche, el Rey y el Sabio fueron hasta la casa del mayordomo, y con gran sigilo dejaron una bolsa con 99 monedas de oro. Tocaron a la puerta y se escondieron.

El mayordomo no podía dar crédito a sus ojos. ¡Una bolsa llena de oro!

- "Ya no tendré que trabajar nunca más", pensó.

Sin embargo, su eterna cara de felicidad y bondad se transformó, por primera vez, en un rostro que dio paso a la duda, a la furia, al ceño fruncido y a los ojos desorbitados.

- "¡Me han robado! En lugar de 100 monedas, sólo hay 99. ¿Dónde está la otra?", se dijo el mayordomo, mientras el Rey y el Sabio no perdían detalle desde afuera.

- "Tendré que trabajar durante varios años para reunir el dinero que me permita comprar una moneda de oro, para así completar el centenar", reflexionó el mayordomo.

"No importa. Incluso pondré a mi esposa a trabajar. Pero llegaré a las 100 monedas. Vaya que sí. Trabajaré el doble, si es necesario. No importa los sacrificios que tenga que hacer".

A partir de ese día, el otrora alegre mayordomo comenzó a estar más y más malhumorado en el trabajo, todo le molestaba, hasta el punto que el Rey debió despedirlo. "El Círculo del 99" impuso su ley.

Lección de este cuento: nunca, nunca, vamos a estar contentos con lo que tenemos.

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