Viernes 11 de marzo, 2005. San José, Costa Rica.



 

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Despedida de mamá
10:50 a.m. Uno de los momentos emotivos de ayer en la Catedral. Doña Paquita, la madre de Monseñor Arrieta, en compañía de Monseñor Barrantes (derecha) y Monseñor San Casimiro, rezan junto al féretro del Arzobispo Emérito de San José un Ave María de despedida.
Abelardo FONSECA/Al Día

¡Hasta siempre, Pastor!

Catedral repleta despidió a Monseñor Arrieta

Pablo GUERÉN CATEPILLÁN.

Miriam Rojas se despidió ayer de Román Arrieta, Arzobispo Emérito de San José, mirándole con la misma admiración que hace 47 años, cuando en San Antonio de Belén le dio la primera comunión.

A miles de kilómetros de distancia, el sentimiento era compartido y en El Vaticano, en medio de sus propios quebrantos de su salud, el Papa Juan Pablo II no escondió su dolor por la partida del amigo. "Doy el más sentido pésame a su madre (doña Francisca Villalobos, de 99 años) y demás familiares. Envío una confortadora bendición apostólica como signo de fe y esperanza", expresó su Santidad en una carta leída por el Nuncio Osvaldo Padilla.

Fueron palabras que los ticos que entre las 11 a.m. y 2 p.m. abarrotaron la Catedral Metropolitana, en medio de las honras fúnebres del pastor, recibieron sin poder contener la emoción, las lágrimas, la nostalgia.

En su homilía, y a nombre de la Iglesia Católica, el presidente de la Conferencia Episcopal, Monseñor Francisco Ulloa, recordó al Arrieta "pastor fiel, solícito, bueno, sensible y afectuoso, que en los momentos fáciles como en las horas cruciales, supo siempre buscar el bien de la Iglesia y de la patria, y que por eso 'agradó a Dios y Dios lo amó'".

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Incienso y emoción
1:30 p.m. Terminada la misa, rodeado de sacerdotes emocionados, Monseñor Hugo Barrantes camina y el humo del incienso es todo un símbolo que recorre el féretro de Monseñor Arrieta, antes de ser enterrado a un costado de la Catedral.
Abelardo FONSECA/Al Día

Ulloa, también Obispo de Limón, recordó al maestro que no escondía que si Dios no lo hubiese llamado, le habría encantado ser periodista, comunicador, trigo maduro.

"Monseñor siempre nos dio aliento y esperanza con su sonrisa, amor, bondad y perdón. Lo vamos a extrañar", dijo visiblemente afectado el presidente Abel Pacheco.

Arrieta fue arzobispo de San José durante 23 años hasta que dejó el cargo en octubre de 2002 y falleció el martes a los 80 años debido a un tumor cerebral. A la misa asistieron los obispos del país, representantes del clero de Cuba, Guatemala y Panamá, así como expresidentes, diputados, ministros y embajadores. Todos ellos, y los fieles que acudieron, estallaron en un extenso aplauso, cuando a las 1:20 p.m., los restos del arzobispo comenzaron a descansar a costado de la Catedral.

Eduardo Arrieta, hermano del pastor, definió mejor que nadie ese momento: "Mi hermano decía: 'Quiero vivir sirviendo y quiero morir viviendo'. Así lo hizo".

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