Domingo 08 de mayo, 2005. San José, Costa Rica.



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El botero del estero
Guillermo Mena tiene 67 años y hace más de 20 que se dedica a "jalar" gente de un lado al otro del estero de Chacarita. Su bote no tiene motor, pero sus brazos son fuertes y tiene dos viejos canaletes.
Rafael PACHECO/Al Día

Historia de amor cruza el estero

Famoso botero en Chacarita

Christian CAMPOS, corresponsal
Alejandra MADRIGAL, enviada

Puntarenas. Guillermo Mena, de 67 años, vive aferrado a dos viejos canaletes de madera, que nunca fueron lijados y lucen tan ásperos como sus tostados pies descalzos.

Pero es gracias a esos desteñidos remos y al viento que don Guillermo lograr atravezar, en un viejo bote de un metro ochenta de largo, el estero de Chacarita, para llevar a sus clientes hasta el pueblo de Fray Casiano, por ¢50 el viaje.

Fue allí en ese estero donde este hombre de tez morena y piel reseca por el sol, empezó a construir una historia de amor y devoción.

Todo comenzó hace más de 20 años, cuando un derrame empezó a complicar la salud de su esposa María del Mar Esquivel.

El hombre dejó su trabajo para buscar uno en el que estuviera más cerca de su esposa.

"Me vine para acá y le hice un ranchito a mi esposa a la orilla del estero, para estarla cuidado. Teníamos que seguir comiendo y mientras trabajaba, estaba al pendiente de todo lo que le sucediera. A veces me llamaba para que le diera vuelta porque se cansaba mucho", narró.

De María del Mar tuvo que despedirse hace 11 años...pudo más su enfermedad que el amor que le profesaron desde la orilla del estero.

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Felices pescadores
Don Guillermo Mena en ocasiones se va a pescar con su esposa Felícitas Barahona y ambos aseguran que son muy felices estando juntos.
Rafael PACHECO/Al Día

La pareja nunca tuvo hijos. Por eso, don Guillermo siguió trabajando pero más solo y con el recuerdo de su esposa.

Aún sigue en el estero y va de día de por medio. Llega a las 6 a.m. y termina a las 7 p.m, pero la vida le ha cambiado a este porteño.

Aquella devoción que le profesó a su esposa, hizo que Felícitas Barahona, de 54 años y vecina de Fray Casiano, llegara a admirar al hombre del bote que la llevaba desde su pueblo hasta Chacarita.

Hace ocho años, doña Felícitas y don Guillermo se casaron y ella afirma que lo sigue admirando.

"Viera como luchó este hombre por esa viejita. No la dejó sola ni un momento. La quería mucho", comenta, mientras el jueves anterior le dejaba el almuerzo a su esposo.

"Vengo a dejarle el almuerzo y en la tarde el café. Mis hijas y mis nietas lo quieren mucho y solo le dicen abuelo. Ahora que tenemos este bote más grande, en ocasiones salimos a pasear", relata.

El bote y los remos no los deja, ni aunque haga sol o llueva, pues con su pensión de ¢16 mil las posibilidades son pocas. "En ocasiones me hago ¢3 mil, pero antes era más bueno, la gente que pasa es poca".

En su bote, ha llegado a montar bicicletas, motos y hasta chanchos.

Pero lo que más le agrada es hacerse a la mar en compañía de Felicitas, para pescar "un rato" y llevar siempre en su pensamiento a su María del Mar.

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