Vistazo
Ingobernabilidad política José Luis Vega Carballo
Un gran desorden político impera junto al creciente malestar social y económico que vemos en el ambiente nacional, y puede atribuirse a la incertidumbre generada por la conducta de los dirigentes y fuerzas políticas que se disputan el control del Estado.
Si el principal motivo de la política es influir en el manejo del Estado, según determinados intereses, y quienes están en esa lucha no construyen consensos básicos, entonces el estancamiento y desorientación en los poderes del Estado se originan en los incesantes choques y desacuerdos entre las dirigencias, incluyendo la cúpula del actual gobierno.
El desconcierto hace difícil resolver cualquiera de los grandes problemas nacionales, y hasta locales, que afectan la vida diaria de la ciudadanía, cuyo desencanto crece por no ver salida al infecundo desorden y sufrir sus peores consecuencias.
El caos tan prolongado ha pasado, pues, de la esfera política a toda la sociedad civil, donde se agrava. La carencia de acuerdos entre cúpulas impide cumplir su misión de darle rumbo y orden a esa sociedad, manejar civilizadamente sus conflictos y regular las fuerzas económicas del mercado, movidas por desmedidos afanes de lucro y una competencia anárquica.
Lo anterior hace que vivamos una crisis de desintegración nacional de origen político, que pareciera no tener salida, a no ser que busquemos ya mecanismos electorales y de gobernabilidad, capaces de atenuar la dispersión de actores y fuerzas políticas, especialmente entre quienes, a principios de junio, deberán tener sus partidos inscritos para las elecciones del 2006.
Aquí surge el tema de las coaliciones como posible estrategia para contener a futuro la excesiva fragmentación política del Congreso, donde hoy tenemos 5 fracciones con 46 diputados, y 11 legisladores independientes o disidentes.
Sin embargo, en esta materia hay obstáculos a vencer en los meses venideros, precisamente allí donde se requiere una poderosa y amplia alianza de fuerzas, o sea, en el campo de los sectores opositores al bloque neoliberal, atrincherado en el PLN, el PUSC y el Movimiento Libertario (ML).
Habrá que esperar unas semanas para saber cuáles podrán inscribir partidos, sobre todo a nivel nacional, pues el Código Electoral es tajante al determinar que solo pueden darse coaliciones formales entre partidos debidamente inscritos.
Otro asunto sería una gran convención nacional, que podría apoyarse en una coalición de partidos o en un solo partido. Si el modelo se ajustara al aplicado exitosamente por los grupos que en 1947 eligieron como candidato de oposición a Otilio Ulate, entonces habría un proceso muy abierto de participación de la sociedad civil y los movimientos sociales.
Esa convención requeriría un padrón especial, una buena concurrencia de ciudadanos (no solo de partidos), un candidato presidencial idóneo para enfrentar el bloque PLUSC-ML, y un programa de gobierno con acuerdos sobre puntos concretos, como lo ha sugerido el PAC.
Hay opciones para salir de la crisis. Lo que falta es más voluntad y decisión para hacerlo por vía democrática y electoral.
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