Tribuna libre
En torno al TLC Gloria Bejarano
El tema del momento es el TLC. Todo el mundo habla de él y, realmente, pocos entienden su contenido y, menos aún, su repercusión en la vida nacional.
No puedo decir si es bueno o si es malo, no se quién se va a beneficiar y quién va a tener que esforzarse aún más para salir adelante en un mundo, ya de por sí, competitivo.
Cada grupo de interés tiene su punto de vista, y cada uno tiene algo que ganar o perder con el TLC. Para unos, significa oportunidades y, para otros, importar competencia.
Lo cierto es que, en la medida en que otros países del istmo lo firmen, nosotros quedaremos fuera de los beneficios, pocos o muchos, que tendrán las naciones que lo ratifiquen.
Si la región quedara fuera del TLC, seguiríamos compitiendo en igualdad de condiciones, pero la realidad es que todos los países lo van a adoptar y Costa Rica quedará marginada, con el agravante de que los beneficios de la Cuenca del Caribe cesarán en poco tiempo.
Deberíamos estar mejor informados sobre las consecuencias que se derivan de ambas posibilidades, pero el tema ha sido tan manoseado y manipulado, que hay confusión y desinformación en la mayoría de los ciudadanos.
El TLC fue discutido con los representantes de muchas organizaciones, grupos y sectores, se escucharon diversos criterios, y todos pudieron expresar su posición.
Para gobernar, hay que escuchar, analizar y escoger. No se puede complacer a todos, pero lo importante es que la mayoría se vea beneficiada, y que haya medios para generar riqueza y mecanismos para lograr su justa distribución.
Hemos sido advertidos de que cada vez es menos atractivo invertir en nuestro país. Hemos perdido cientos de fuentes de trabajo, pues no solo no llegan nuevas inversiones, sino que algunas empresas ya han cerrado sus puertas o reducido su personal.
Además, la fuga de cerebros es motivo de preocupación, pues muchos jóvenes están emigrando por la falta de oferta laboral, bajos salarios y escasa oportunidad para desarrollarse en áreas de mayor rentabilidad e innovación.
Éstas son razones poderosas para que los ciudadanos nos interesemos más en lo que significa el TLC, en sus consecuencias y beneficios.
Hay realidades que, más allá de protestas y graffitis, debemos interesarnos en conocer y estudiar para poder emitir un criterio a favor o en contra, pero nuestra decisión debe ser el producto de un análisis serio, responsable, y no la respuesta a la manipulación de terceros.
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