Educación

La "U" fuera de la agenda juvenil

Por miedo o ansiedad, algunos jóvenes se resisten al futuro

Recibir la noticia de que los hijos no quieren ir a la universidad después de terminar el colegio, para los padres, es como que les tiren un balde de agua helada en la espalda.

Sin embargo, es una situación que los papás deben manejar con inteligencia y manteniendo la calma en todo momento, recomienda la psicóloga Yalile Quirós, experta en adolescentes y niñez.

Negarse a seguir estudios superiores es signo, muchas veces, de miedo a enfrentar la salida de la secundaria.

Además, explica la experta, es la forma como los hijos expresan la ansiedad que les provoca terminar una etapa de la vida sin tener claro qué harán en el futuro.

Por eso, es importante que los progenitores comprendan que el estudiante indeciso no necesariamente es un "vago" sino alguien que cierra un capítulo de su vida y empieza otro que lo marcará el resto de sus días.

Una forma de ayudarles es permitiéndoles tomarse un tiempo de reflexión. El padre, en ese lapso, debe ser una especie de guía donde el joven pueda proyectarse y pensar en lo que estará haciendo en los próximos 10 años, si decide dejar los estudios.

Los psicólogos también aconsejan darles un año sabático (tiempo de descanso) para que aclaren la mente y no sientan la presión de los adultos. Lo que no significa que tendrán permiso para estar, por ejemplo, todo el día tirados en la cama o en una fiesta perenne.

Quirós menciona que a los jóvenes hay que presentarles opciones durante ese año, como aprender un oficio, estudiar cómputo o un segundo idioma.