Chef de cinco estrellas

Armando Monterroso dejó la jefatura del hotel Marriott Costa Rica para hacerse cargo de la del Marriott San Francisco, uno de los más reconocidos del mundo

"Lo que más disfruto de ser chef es satisfacer a las personas. Vale la pena saber que a la gente le encanta lo que le preparo y se siente bien con el ambiente"

Antes de hablar con Armando Monterroso en su zona de batalla, la cocina, se siente cómo desde ella sale un delicioso olor a pescado fresco bañado en limón.

Con algo así, uno de inmediato siente bajo la lengua cómo la saliva prepara el ambiente para el mordisco.

Para que un pescado tan sencillo seduzca de esa manera cualquiera esperaría que el cocinero tenga, al menos, algunas canas o las manos arrugadas de tanto picar y batir. Pero este no es el caso. El papá de la receta, además de su tamaño, sorprende por su juventud, con la cual deja claro que en cuestión de sazones y cucharas "más sabe el diablo por diablo que por viejo".

Hasta la semana pasada se desempeñó como chef gerente del restaurante del hotel Marriott, puesto que dejó para convertirse en el "mero mero" del hotel de esa misma cadena en San Francisco, Estados Unidos, uno de los más reconocidos en el mundo por su elegancia.

Para alcanzar ese puesto a sus escasos 30 años, Armando empezó haciendo algo que los solteros no hacen cuando viven solos: cocinar.

"Yo estudiaba ingeniería civil en Estados Unidos, durante ese tiempo que viví solo aprendí a cocinar y me gustó. Luego de tres años de carrera me dí cuenta de que lo mío no era la ingeniería sino la cocina".

Entonces hizo borrón y cuenta nueva y se pasó de carrera para convertirse en lo que es hoy.

Sus primeras prácticas fueron como asistente de cocina en finos restaurantes de Nueva York, tierra donde los críticos de comida son más rudos que un jefe de mal humor.

En noviembre del 2000 decidió sofreír una aventura más y se vino a Costa Rica, la tierra de su padre.

"Vine al hotel Marriott a tocar la puerta y me aceptaron. Empecé como subjefe del restaurante principal. Nueve meses después me ascendieron". El resto ya estaba cocinado.