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Amor traicionero Bellas y guapos del espectáculo no escapan de las infidelidades, algunos de ellos han sido víctimas hasta de sus mejores amigos Gabriela SOLANOgsolano@aldia.co.cr ¿Quién diría que al guapo Édgar Barrantes la novia lo cambiaría por su mejor amigo?
Pues así de cruel es la infidelidad; para ella, la gloria no tiene importancia y los famosos, como todos los demás mortales, la sufren, la lloran y hacen de tripas corazón para no dejarse vencer por el desamor. La pérdida de la confianza es la lesión más significativa después de una cruel traición, asegura el presentador Édgar Barrantes. "Ese acto me parece lo más bajo que puede hacer un ser humano. Lo más difícil no fue perder a la pareja, fue la deslealtad al meterse con una persona que era como un hermano para mí", relató. Édgar no justifica la infidelidad y dice que nunca perdería a un amigo por una mujer. "Yo jamás haría tal cosa", -agregó muy serio-, aunque él también ha sido infiel; sin embargo, dice en su defensa, "fue por necesidad y no por gusto". Al igual que Édgar, la presentadora Laura Rodríguez, decidió romper el vínculo con el hombre que la traicionó. Su ego fue el primer lastimado ante la noticia que llegó a sus oídos y que ella decidió enfrentar cara a cara con su exnovio. "Él casi se muere, no sabía que yo estaba enterada de la situación. Ya no había vuelta atrás, no podíamos seguir juntos", enfatizó ella. La disculpa para el joven nunca llegó, y aunque no perdió la fe en el género masculino tuvo que reponerse del dolor que sentía. "No me dejo llevar por esa experiencia; siempre creo que me son fieles hasta que demuestren lo contrario", aseguró Laurita, quien afirma que tampoco ha sido muy noviera en su vida. ¿Le creemos? Con una actitud distinta se tomó la traición el animador Hárold Quesada. Él disculpó a su novia por haberle "dado vuelta". A la fecha, opina que "Lo más difícil es recuperar la confianza, pero lo que más cuesta es decidir si uno sigue o no con la persona", dijo el exlocutor, a quien le pusieron los cuernos con un compañero de trabajo. Si se viera en una situación similar, él no sabe si disculparía a su pareja y, por supuesto, todo dependería de que ella no vuelva a andar de mal "portadilla". De forma diferente lo ha tomado Édgar Barrantes, quien parece que todavía tiene el corazón partío, pues desde su amarga y reciente experiencia, perdió la confianza en otras personas y reafirmó que solo en los padres se puede creer "solo ellos no fallan jamás". ¿Quién le devolverá la fe?
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