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 Sucesos Miércoles 28 de septiembre, 2005, San José, Costa Rica.
 

30 personas viajaron a despedirlo a Nicaragua

Se fue don Juan, el amigo servicial

Lo atropellaron el domingo, cuando iba en bicicleta y con sombrilla

Christian Campos

Jacó, Puntarenas. - Desde el domingo, el llanto y el luto embargan a muchos nicaragüenses, luego de enterarse de que su amigo, Juan Pablo Espinoza Jiménez, murió atropellado por un vehículo que se dio a la fuga.

Espinoza, de 42 años, era muy querido por sus compatriotas, al punto de que le entregaban cartas, encargos y hasta dinero para que se los llevara a sus familiares en el país del norte.

Precisamente esa tarde, Espinoza regresaba de Herradura, donde había recogido dinero, pues esta semana iría a su país.

Mientras mantenía viva la ilusión de conseguir un trabajo en Costa Rica, Espinoza solía viajar a Nicaragua cada 15 días, de donde traía las rosquillas, quesos y cremas hechos por su madre para luego venderlos.

"Don Juan Pablo era muy servicial. Varias veces me llevó dinero para mis padres en Estelí, y nunca se dejó nada para él ni cobró", dijo Maritza Alfaro.

Como muestra de agradecimiento, Alfaro llegó ayer por la tarde a la casa donde vivía Espinoza, para entregarle a su hermana un "dinerito que le ayudase con las cosas del funeral", comentó, mientras sostenía un billete de ¢1 mil y dos monedas de ¢500. "Vine a dejarle esta platita, pues hasta el 30 tengo pago, pero me duele haber llegado tarde", añadió Alfaro, al enterarse de que varios de sus compatriotas habían viajado a Nicaragua en la mañana.

El domingo, horas antes de su muerte, Espinoza fue testigo de un accidente cerca del río Copey, en Jacó. Él fue a socorrer a los afectados, pues... "pobrecitos", según había dicho, sin saber que le aguardaba una suerte similar.

La bicicleta, zapatos y sombrilla que llevaba en su mano, así como ¢60 mil en efectivo, quedaron sobre el pavimento frente a la escuela "Las nubes", sobre la Costanera, donde agentes del OIJ levantaron su cuerpo, a eso de las 6 p.m., bajo un gran aguacero.

Lo extrañarán

Por algo la gente quería tanto a don Juan Pablo. Ayer había más de 300 personas llorándolo en la casa donde vivía con su hermana".

Shirley Solís, vecina.

Me uno al dolor de su mamá y pido al Señor que le dé fuerzas por la pérdida de su querido hijo. Que Dios lo tenga en su reino en el cielo".

Maritza Alfaro, amiga.

A don Juan Pablo toda la gente le tenía mucha confianza. Todos siempre vivían agradeciéndole, pues llevaba las cositas y los encargos sin cobrar un cinco".

Vannesa Quirós, vecina.

Foto: 1078084
Las nicaragüenses Maritza Alfaro y Yorleny González lloraron al ir a dejar una ayuda para el entierro.
Christian Campos

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