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 Nacionales Domingo 20 de agosto, 2006, San José, Costa Rica.
 

Guardaparques cuentan sus peripecias

El "tesoro" más pobre del Pacífico

Aunque se goce de la gloria internacional, en la Isla del Coco se trabaja con muy poco dinero

Juan Pablo Carranza

Además:

  • "Yo me quedo hasta que me saquen"
  • "Me traslado a otro mundo"
  • Pedir aventón a empresas turísticas para llegar a trabajar a la Isla del Coco, porque no tienen lanchas, estar alejados por un mes de sus familias y arriesgar su vida enfrentando pescadores ilegales, es parte de la odisea diaria de los guardaparques de ese Patrimonio Mundial.

    Ni modo

    En la Isla del Coco solo cuentan con una embarcación para realizar los patrullajes. Si esta se daña, salen con una lanchita de motor.

    Con solo ¢30 millones al año para subsistir en el trabajo, 21 hombres y mujeres que laboran para esa área de conservación, deben hacer malabares económicos para vigilar 23 kilómetros terrestres y 1.997 kilómetros de mar.

    Los guardaparques, con un salario de ¢180.000 (aunque tengan títulos universitarios) hacen la comida, repararan la vivienda, mantienen la planta de electricidad y navegan para vigilar y evitar la pesca ilegal, entre otras labores que la jornada exija.

    De los 21 funcionarios, entre cuatro y siete permanecen en la isla, de manera rotativa, y el resto trabaja en oficinas de San José.

    ¿Por qué tan pocos en la isla?

    Los guardaparques tienen dificultad de movilizarse, ya que carecen de una embarcación oficial para que los traslade desde tierra hasta la isla.

    Foto Flotante: 1339385
    Área de Conservación Marina

    Para llegar a trabajar cada mes, recurren a operadores turísticos, con los que tienen un convenio de traslado a cambio de que los puedan exonerar del pago de algunos impuestos. En cada uno de estos viajes, los operadores, solo les dan campo para trasladar a dos funcionarios.

    Sólo de esa forma pueden salir y regresar al lugar, aunque en ocasiones, según alegan, se vuelve un problema y hasta un obstáculo para contar con el suficiente personal que vigile las riquezas existentes.

    Camaleones

    "Todo aquí se hace con uñas. El personal arriesga su seguridad. Ellos están ahí por cuidar una parte muy preciada del territorio costarricense", comentó Guillermo Mora, director del área.

    Keylor Morales, guardaparques con más de 11 años de trabajar en la isla, cuenta que ante la falta de apoyo que sienten por parte del gobierno (comenta que desde hace más de un año la patrullera de seguridad no entra a hacer su labor) ellos deben asumir papeles que no les corresponden.

    "Si encontramos inmigrantes ilegales, hay que hacer el papel de funcionarios de Migración y en un caso de narcotráfico hay que hacer el papel de un oficial antidrogas", manifestó.

    Wálter González, administrador de la isla, cuenta que una vez por la crecida de un río, un puente de acceso importante se destruyó.

    "No recibimos dinero del Gobierno para arreglarlo. Resolvimos la situación construyendo nosotros un puente hecho con todos los materiales que los pescadores arrojan en el mar", dijo.

    Un poco de cultura

    Guillermo Mora dice que de no haber sido por el apoyo de varias organizaciones internacionales y ambientales, conseguir dinero, destinado a financiar proyectos, se torna muy difícil para mejorar la protección de la isla.

    "En unos meses vamos a iniciar una serie de capacitaciones para educar y crear conciencia en los pescadores.

    "Es increíble que en la escuela no nos enseñen que, gracias a la Isla del Coco, Costa Rica, además de Nicaragua y Panamá, también limita con Ecuador y Colombia", comentó Mora.

    El ojo de los "isleños"

    Foto Flotante: 1339204

    Impacto. Los guardaparques aseguran que hacer buseo es una de las mejores experiencias que han vivido. Aseguran que desde que lo hacen, por primera vez, quedan prendados de volver hacerlo.

    Foto Flotante: 1339292

    Tierra. Además de proteger las especies marinas, los guardaparques cuidan y se preocupan por la biodiversidad (flora y fauna) del lugar. Son expertos en las especies de la isla y conocen muy bien cada uno de sus rincones.

    Foto Flotante: 1339294

    Amigos. Con el tiempo, los trabajadores dicen ya no tenerle miedo a los tiburones. Incluso, crean una relación de respeto y cariño con las especies marinas. Cuando limpian el casco de la nave, ya no se asustan al verlos.

    Foto: 1339400
    Aunque llueva o haga sol, los guardaparques trabajan, muchas veces, casi todo el día.
    Área de Conservación Marina Isla del Coco

    "Yo me quedo hasta que me saquen"

    Katy Conejo siempre soñó con conocer un lugar en el que el cielo y el mar fuera del mismo color.

    Esa escena la disfrutó cuando llegó el año pasado a trabajar a la Isla y tuvo que hacer su primera salida de patrullaje.

    Cuando entras a la isla sientes como una vibra que te conecta con todo lo que está en ella".

    Katy Conejo guardaparques.

    "El cielo y el mar tenían el mismo tono de azul. En ese momento supe que este era el lugar donde quería estar trabajando por siempre", comentó.

    Katy, oriunda de Tilarán, es la primera mujer profesional que labora en la isla.

    Se graduó de bióloga marina en la Universidad Nacional y empezó a trabajar con proyectos de tortugas.

    Un día la contactaron para trabajar en la isla y no dudó en aceptar.

    Otra de las experiencias impactantes que recuerda emocionada fue cuando hacía la limpieza del casco de la embarcación (labor que requiere buceo). De repente, se dio cuenta que muy cerca de ella había tiburones.

    No se asustó, más bien, cuenta entre risas, dejó el trabajo botado por un ratito para ir a ver a los tiburones que son su gran pasión.

    "Desde el momento en que entras al sitio, te conviertes en parte de él. Si cuidas los recursos naturales de tu país, te cuidas a ti mismo. Aquí, se vive esa conexión", comentó.

    Katy demuestra que tiene suficientes fuerzas para permanecer más tiempo en la isla. "Me quedó hasta que me saquen", dijo.

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    Katy dice que la conexión con sus compañeros es muy especial. "Somos una gran familia", dijo.
    Cortesía de Mar Viva

    "Me traslado a otro mundo"

    La experiencia que guarda con más cariño Keylor Morales, en 11 años de trabajar en la Isla del Coco, fue el primer día que miró su belleza.

    "Llegué en avión y luego de dos horas de ver solo mar, apareció, de un momento a otro, la isla. Me impactó de tal manera que yo sentí que me trasladó a otro mundo", comentó.

    Aquí todo lo hacemos por amor, no importa si hay que trabajar muchas horas"

    Keylor Morales guardaparques.

    Aquella primera vez, puso un pie en la isla siendo un voluntario para hacer labores de carpintería.

    Hoy, además de tener un gran respeto de sus compañeros, se graduó de capitán internacional y posee su licencia de buceo.

    Keylor asegura que lo que más lo pone triste, es encontrarse con grupos de tiburones víctimas de los pescadores ilegales.

    "Yo siento una frustración de ver que la gente aún no comprende que este patrimonio se debe cuidar. Uno entiende que ellos necesitan conseguir dinero para comer, pero todo tiene un límite y la isla se debe respetar", comentó.

    Con 36 años de edad, y soltero, este guardaparques bromea diciendo que él se casó con la isla.

    Como un buen matrimonio, a todo se acostumbró.

    "A veces, cuando buceamos, tenemos decenas de tiburones a la par. Son tantos que parecen pescaditos", dijo.

    Foto: 1339406
    Keylor asegura que todos los días son diferentes en la Isla del Coco y siempre aprende algo.
    Área de Conservación Marina

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