Pido la palabra

Tenebrosa zona cuartomundista

Acabo de leer que la Alcaldía de San José piensa “recuperar” la zona que está al sur de la avenida segunda.

Cuando vi la noticia, me alegré. No pude menos que recordar mis vacaciones escolares, cuando me venía de Cartago a pasar unos días veraniegos a donde las tías y primas que vivían cerca de La Merced, en la avenida cuarta.

Los Blanco, los Arévalo, los Solórzano, los Harper eran algunos de los vecinos con quienes mi hermana y yo hacíamos buenas migas. Podíamos salir por las noches a conversar en los quicios de las puertas, o sentarnos en las orillas de los caños a ver brincar mecate o jugar rayuela.

Pululaban las “huelgas” de chiquillos y chiquillas por doquier. Cuando jugábamos vaqueros, escondido o policías y ladrones, nos aventurábamos por las calles y avenidas de más al sur, sentíamos que sin correr peligro. Aceras y calles lucían pobladas de vecinos amistosos. Había tiendas y pulperías. Y hasta las cantinas parecían tranquilas.

Ahora, todas esas zonas son esperpénticas, con calles desoladas por las noches. Cuesta ver personas que no sean travestis, drogos o alcohólicos. Porque nadie más se la quiere jugar por esos sitios que parecen de ciudad gótica en sus peores expresiones.

Pero, según me entero, el panorama va a cambiar. Entre otros, con pequeños parques y calles adoquinas, pobladas con muchos árboles.

Ojalá. Porque esa parte de San José –de sereno pasado– merece ser algo más que una tenebrosa zona cuartomundista.