Fabriella Quesada, Miss Costa Rica

“Si fuera un regalo navideño me gustaría estar dentro de un globo”

La Miss Costa Rica asegura que esta Navidad tiene mucho por qué agradecer, pues tuvo un año inolvidable. Nos cuenta la vida en su casa en esta época y que el 31 espera escaparse a la playa

Ciudad Colón.- Los aires navideños ya tocaron el corazón de Miss Costa Rica, Fabriella Quesada, para quien este año estuvo cargado de alegrías.

En su casa en Ciudad Colón, entre pastoras, adornos navideños, colachos, bastones azucarados, renos, candelas y un delicioso olor a ciprés, ella nos contagia del espíritu navideño y de paso hace un recuento de lo obtenido y lo que le falta realizar como la soberana de la belleza tica.

Guapa, simpática, Quesada resultó una excelente colachita, que regala sensualidad, belleza, elegancia y cariño.

¿Cómo se siente cuando llega la época de Navidad?

Tengo sentimientos de unión familiar y llega un calor especial a la casa. Se siente mucho cariño.

¿Nunca se deprime?

Nunca, me encanta esta época, de hecho es la que más espero en el año, me gusta compartir con mi mamá, hacer el árbol, hacer galletas, tamales y queque.

¿Cuál es la tradición en su casa?

Abrimos los regalos el 25 en la mañana, mi papá se sienta en un sillón al lado del árbol, lee las tarjetas y reparte los regalos, como si fuera San Nicolás.

¿Qué le pidió al Niñito?

Todavía no he pensado en algo específico, uno le pide lo principal: felicidad que dure años.

Seamos materialistas...

Bueno, me gustaría mucha ropa y zapatos.

¿Se portó bien?

Sí, yo siempre me porto bien.

¿Ya puso el portal?

En realidad en mi casa hay mucho portales, tenemos por todo lado y diferentes: de cerámica, barro y madera.

¿Ayudó a decorar la casa?

Sí, entre mi mamá y yo la decoramos. Empezamos desde la mitad de noviembre.

¿Cuál fue el mejor regalo que le dieron en su vida?

Me acuerdo de un muñequito que se llamaba Repollo, me acuerdo que yo lo pedía en una Navidad y fue la locura. Tenía como 8 años.

¿El más extraño?

Una resortera gigante, que se estiraba con la ayuda de tres personas. La usábamos para tirar globos de agua.

¿El más caro?

Un carro.

¿Es una Colachita regalona?

Siempre regalo. Dentro de lo que cabe me gusta ser espléndida.

¿Qué prefiere, regalos o mucho dinero?

Regalos, porque no cambio el momento tan rico de abrir un regalo. El dinero es bonito porque uno se compra lo que quiere, pero es sin gracia. Prefiero la emoción del regalo.

¿Conserva algún obsequio navideño de la niñez?

Sí, el muñequito Repollo.

¿Compró lotería?

No, no he comprado. Mi papá es el que compra.

¿Iba a Zapote?

Sí, pero la última vez que fui fue en el 2003, y no me gustó, hay mucho desorden y mucha gente. Había mucha intranquilidad, por eso agarraba el bolso muy fuerte. El Festival de la Luz sí me encanta.

¿Qué hará el 24?

Una cena de Navidad con mi familia, mis papás, hermanos, dos abuelitas y mi tío. También llegan unos vecinos.

¿Y el 31?

Siempre hacíamos una fiesta, pero el año pasado me fui para la playa. Este año también espero ir, seguro a Puerto Viejo.

¿Qué destaca del año que se marcha?

Es un año que marcó mi vida. Si hiciera un lista de lo vivido, cuando ya esté anciana, este año estaría subrayado y de otro color. Alcancé lo que me propuse y estuve en Miss Universo.

¿Si fuera un regalo, cómo le gustaría que la envolvieran?

Me gustaría como esos regalos que a veces dan como dentro de un globo. Con papelillo abajo, yo adentro de la bomba y con un lazo arriba.

¿Y para desenvolverla?

Si estoy en el globo hay que estallarlo (risas). Si estuviera en una caja, me gustaría que fuera de forma delicada, nada salvaje.

¿Cómo le gustan los arbolitos navideños?

Me gustan bien grandes y que no sean podados y las ramas desordenadas, para poner adornos.

¿Hay algún plato típico que haga su mamá?

Galletas de jengibre, tamales, queque de navidad y pata de cerdo, pero yo trato de hacer dieta.