Óscar Arias

"Nerd", asmático y muy soñador

Dice que desde que estaba en el vientre de su madre, quería ser Presidente. Claro que no hay prueba de eso pero sí de que desde chiquitillo, Óscar Arias subía a una silla y jugaba a ser proclamado y en el anuario de Derecho de la UCR, todos le desearon éxitos en su sueño de llegar a Zapote.

Soñar es algo que ha hecho desde muy pequeño, inspirado por los libros y poemas que aprendió a leer por su padre y que devoró durante muchas madrugadas.

Hoy en su biblioteca caben Karl Marx y Paulo Cohelo.

Conserva más títulos y reconocimientos que fotografías y aunque reconoce no tener mucho talento para el humor, dice reconocer ambos y por eso se ríe en serio al oír a Norval Calvo imitándolo.

Amante del buen arte y la música, se regocija con la de Serrat, su amigo personal. Es que ha conocido a cuanto líder, en cuanto campo, existe.

Igual ha posado para el lente con la Madre Teresa que con Fidel Castro y ha "arreglado el mundo" con John Kerry, cuando sale de pesca o cuando almuerza con Ricky Martin, su colega en misiones de buena voluntad.

Es un hombre de pose seria, que hace 30 años no se monta a un bus, pero en los sillones de su casa, sube los pies, con todo y zapatos, como hacía cuando era un güila "asmático y alérgico". Aún controla esos males que lo hicieron "muy mimado", pero capaz de resistir las vacunas que le ponían las monjitas del San Vicente de Paul. Aún enfermillo, se las arreglaba para jugar fútbol y de vaqueros, en los patios del beneficio de su abuelo "y del Taboga".

Recuerda las idas al cine Jara a ver películas de vaqueros y series con Paul Newman, Clark Gable, Elizabeth Taylor, Richard Burton y Débora Kerr, "que me encantaba, era mi favorita".

Ya no tiene la barba de estudiante en Londres, ni el bigote espeso con el que se inauguró como ministro de don Pepe, pero conserva el carácter que lo ha hecho "un hombre insobornable".

Muchos lo tildan de soberbio por no tener empacho en hablar de sus logros, pero él dice que la sinceridad más bien es una manifestación de humildad.

Él sabrá en 8 días si podrá, hacer alarde de una frase de Daniel Oduber que, en su gobierno, solía decir, en broma, cuando preguntaba por un proyecto al que le daban largas: "vos vas a terminar eso en el 2010, cuando Óscar Arias sea el Presidente".