Desde mi espejo
Palomitas de maíz, papas tostadas, confites... Haydée de lev
actriz
Palomitas de maíz, papas tostadas, confites en bolsitas de celofán, etcétera, alimentos en envases que producen ruidos molestos en el cine y exasperan a quienes, como yo, quieren concentrarse en la pantalla.
Si yo he pagado por una entrada, tengo el derecho de ocupar una butaca y ver la película en paz. Y ya no se hable de las conversaciones y risas en voz alta, incluyendo teléfonos celulares que no se apagan antes de entrar a la sala, cuyas llamadas se responden en el más irritante volumen de voz.
Todas estas cosas fuerzan a quienes no comemos en el cine ni recibimos llamadas a solicitar a quienes sí lo hacen una conducta apropiada, a riesgo de sufrir ofensas y hasta intentos de agresión. Sin embargo, si la solicitud es enérgica, pero respetuosa, tal vez esas reacciones no serán violentas.
A mí me enseñaron mis padres que se debe respetar a quienes comparten con nosotros un espectáculo público, y así fueron educados mis hijos en el hogar.
Estas reglas de cortesía elemental deben ser conducta obligatoria del individuo y aprendidas en la casa de cada quien, porque, lamentablemente, la materia "Urbanidad" ya no se imparte ni en escuelas ni en colegios.
Esa enseñanza no cuesta dinero, sólo interés en que nuestros ciudadanos entiendan lo que dijo el presidente de México, Benito Juárez, hace más de un siglo: "Entre las naciones como entre los hombres, el respeto al derecho ajeno es la paz".
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