Pido la palabra

Hagamos caso

Si existe una persona iconoclasta en asuntos de campañas electorales, ésa es mi amigo, el analista político Víctor Ramírez. Desde hace tiempo viene afirmando que algunas de las "verdades sagradas" de tales procesos son una pura paja.

La primera afirmación - tajante y sin cortapisas- que hace Víctor es que la propaganda repetitiva y convencional solo sirve para convencer a los convencidos.

La segunda es que las manifestaciones de fuerza, para ajustar la "maquinaria", solo sirven para que unos cuantos partidarios, y no partidarios, vengan a pasear a San José.

La tercera es la gran mentira de que la "perfecta" organización del transporte sirve para ganar elecciones, porque la mayoría de la gente "vive a menos de 500 metros de su centro de votación" (aparte de esta afirmación de Ramírez, un estudio hecho por la Escuela de Estadística de la UCR demostró que el 92% de los votantes acude a las urnas por sus propios medios).

La cuarta afirmación de Víctor es que es completamente falso que la gente vota a ganar. A lo sumo (digo yo), vota a empatar.

Cuando Víctor ha recomendado cortar esos gastos tan desmedidos en las campañas, sus compañeros de causa lo han llenado de maldiciones.

Si el gasto lo hiciera el dueño de la gran fábrica, el de la gran hacienda o el de la gran empresa, allá ellos. Pero la verdad es que esos almuerzos y esas champañas los pagamos todos.

Todos tenemos un amigo sensato que nos ayuda a reflexionar.

Hagámosle caso.