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Sábado 01 de julio, 2006, San José, Costa Rica. |
Germanos vivieron una fiesta inigualable Locura en Alemania Los alemanes celebraron hasta el amanecer el triunfo ante los argentinos Alexander Aguilaraleaguilar@aldia.co.cr
Berlín, Alemania. Fue uno de esos días en que se destaparon millones y millones de cervezas. Más de lo acostumbrado en este país germano que ayer tuvo motivos de sobra para tirarse a la calle a cantar el "Deutschland, Deutschland, Deutschland". Luego de vivir uno de esos partidos donde los nervios y la tensión derrotan hasta el más frío de los aficionados, los alemanes se sintieron con derecho propio para montar la fiesta en su patio, una vez que mandaron para la casa a Argentina. En el estadio fuimos testigos de una locura colectiva de más de 65.000 alemanes que sufrieron, lloraron, rieron y gozaron como pocas veces lo habían hecho alrededor de una cancha de fútbol.
Cuando el portero Lehmann le detuvo el último penal a Cambiasso una pareja de alemanes a mi lado no se dijó una sola palabra; simplemente se abrazaron fortísimo por más de un minuto soltando simultáneamente el llanto. Lloraban como chiquillos. Por sus caras corrían enormes lágrimas que desteñían la banderita alemana que tenían en sus mejillas, mientras alrededor se presenciaba una fiesta única que compartían más de 82 millones. Fuera del estadio la locura era de dimensiones inexplicables. En las calles, en las estación central de trenes y en los metros no habían quien no cantara. Un joven de unos 20 años subía unas escaleras eléctricas con cerveza en mano y cuatro botellas en las bolsas de sus pantalones. A unos metros de él un puño de argentinos con la camiseta del River Plate no le encontraba explicación a los penales fallados. |
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Mate y llanto en Costa Rica Juan Diego Villarrealjvillarreal@aldia.co.cr San Pedro- "¡Ayala, no tomés tanto impulso, vos sabés como hacerlo, cuidado lo botás!" Aquellas palabras, de un aficionado, segundos antes de que Roberto Ayala errará el penal, en realidad detenido por el meta alemán Jens Lehmann, fueron lapidarias para los argentinos, que perdieron 3-1 en lanzamientos de penal ante los teutones. El restaurante Cúbico, en Los Yoses, quedó entonces en silencio; solo dos jóvenes alemanas, Britta Brockmann y Anna Herlitzius, quienes habían tenido la osadía de mezclarse entre unos 40 "chés", se abrazaron y festejaron la acción de Lehmann, quien les dio el pase a semifinales. La mañana para los aficionados albicelestes había iniciado con optimismo, entre tazas de café, empanas argentinas y pastelillos de dulce de membrillo. El juego transcurría mientras los argentinos aplacaban su nerviosismo tomando "mate", caminando de un lado a otro y fumando insistentemente. El gol de Ayala al minuto 49 fue apoteósico con el ¡Vamos, vamos Argentina!, todos gritaron y saltaron de alegría. Klose los silenció al 80 y lo peor parecería venir: "Es la mano negra otra vez. A ese árbitro le pagaron", diría otro aficionado emulando a Maradona en 1990. Con la derrota a cuestas y hasta llorando, los "chés" abandonaron en silencio el lugar sin decir palabra y llenos de desilución.
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