Venta de drogas en P.Z. aflige a autoridades

"Retenido" llama a hijo y le pide retirar denuncia

Wilberth Fallas no aparece

Pérez Zeledón.- De Wilberth Fallas Ureña, de 44 años, lo único que se sabe en Pérez Zeledón es que llamó a su hijo mayor, Christian, de 25, le dijo que estaba bien y le pidió que quitara la denuncia sobre su desaparición en el OIJ, confirmó ayer su propio hermano Gilberto Fallas.

Dónde se encuentra y con quién sigue siendo un misterio para sus familiares y también para las autoridades judiciales del cantón generaleño.

La policía lo rastreó anteayer en la zona fronteriza de Paso Canoas sin resultado positivo, se presume que Fallas fue liberado ahí y que también estarían los hombres que, la noche del jueves anterior, le dispararon y lo obligaron a subirse a otro auto con rumbo desconocido.

Fallas regresaba al apartamento que habita en el barrio Villa Ligia, bajó del carro para abrir el portón y dos hombres lo interceptaron. Le dispararon a la puerta del automóvil y él soltó las llaves. Un vecino que no quiso identificarse dice que escuchó la voz de Fallas cuando les decía que las cosas no se arreglaban así.

La policía judicial confirmó que en el vehículo y apartamento de Fallas encontraron drogas. En el carro las cantidades eran pequeñas, pero en la vivienda se hallaron 250 gramos de cocaína y utensilios para fabricar "crack".

Las autoridades presumen que Fallas no va a aparecer, pues sabe que será detenido.

Susto permanente

Clara Ureña Valverde, de 75 años, sigue derramando lágrimas por su hijo. Está triste, preocupada. Ella no sabe cómo se encuentra, si le pasó algo y dónde está ahora. "No sabemos nada de él", dijo en su casa.

Según Gilberto, hermano de Wilberth, los problemas de su hermano con las drogas empezaron cuando tenía 15 años. A partir de ahí no pudo salir más de ese mundo y aunque no es consumidor de ninguna droga, reconoce que es uno de los que vende en la zona. "Es uno de los grandes" manifestó Gilberto.

La cárcel no es desconocida para él. Ha estado ahí en tres ocasiones por delitos relacionados con el tráfico de drogas. La primera vez fue en 1998, cuando los tribunales lo encontraron culpable de tráfico de marihuana, en esa ocasión descontó siete años. Su último ingreso a prisión fue a inicios del 2005 cuando fue lo detienen como parte de una investigación sobre una banda que trafica droga en la zona.

En agosto próximo tiene programado un juicio por tráfico de drogas en los Tribunales de Justicia de Pérez Zeledón.

"Mi papá (Carlos Fallas) está muy preocupado. A ratos empieza a llorar", dijo el hermano.

La última vez que vieron a Wilberth fue el jueves. Siempre pasaba por el papá y lo llevaba al hotel Ideal, que está 25 metros al oeste del parque de Pérez Zeledón.

Luego iba a almorzar en una soda que administra una sobrina. "Es una persona muy amable, tiene muchos amigos, no se lleva mal con nadie, y es muy desprendido, si alguien necesita algo y él puede ayudarlo, lo hace", dijo Gilberto.

Luego de almorzar, volvía a conversar con el hermano. "Siempre le hemos dicho que salga de eso, que no siga, no tiene ninguna necesidad de estar en drogas, pero no hace caso. Siempre vivimos con la angustia de que le pase algo. En estos días estuvimos a la espera que nos dijeran que apareció muerto en algún lado, por dicha ya llamó y creo que está bien", indicó.

P.Z. es un sitio estratégico

Lo que sucedió la noche del jueves pasado, en el barrio Villa Ligia, donde un hombre fue retenido por otros, dejó en evidencia el problema entre pandillas que venden drogas en la zona, lo que preocupa a las autoridades municipales, policiales y eclesiásticas.

Rosibel Ramos, alcaldesa de Pérez Zeledón, dijo que el cantón es un punto estratégico para el trasiego. "Este es un sitio cercano a la frontera, pasa mucha droga".

Rodrigo Araya, jefe regional de la Fuerza Pública, afirmó que: "Hemos atacado zonas donde los drogadictos usaban para consumir e incluso robarle a la gente, con eso los obligamos a irse a otros lados, donde también los tenemos vigilados".

Monseñor Guillermo Loría, obispo de P.Z., afirmó que "la familia está siendo destruida por las drogas. La Iglesia trata de ofrecer un mensaje para salvarla".