Hombre hallado amarrado en la cama, en Upala

El sexo no lo habría matado, sino la venganza de una mujer

Sirey Barquero, hija de la víctima, dijo que su padre no tenía costumbres extrañas

Canalete, Upala. - Sirey Barquero no para de fumar y beber café. Nerviosa y angustiada, el miércoles enterró a su padre, Jaime, de 65 años, a quien encontró sin vida, el lunes, con un almohada en la cabeza, y atado de pies y manos, en Canalete de Upala.

Duro es para ella haber perdido a su progenitor, cuya muerte ha sido inicialmente explicada, al parecer, por una noche de juegos sexuales que le habrían afectado el corazón.

Pero, ahora, no se descarta la sospecha de que se trate de un homicidio por una venganza, a manos de una mujer, informó el OIJ de Cañas.

La autopsia preliminar de la víctima, que prestaba dinero a varios vecinos, aunque sin cobrarles intereses, señala que murió de un paro cardiaco, pero hasta dentro de dos semanas se podrá saber si éste fue provocado.

La duda de si hay alguien detrás de la muerte de su padre hace que Sirey mire el anochecer y reciba la mañana con unos párpados cansados de llorar. Con su dolor, ella se aferra a los recuerdos.

Le gustaban los aguacates

El lunes, pasadas las 6 p.m., llegó a la casa de su padre, con su hija, para dejarle unos aguacates. "¿Y esto?", se preguntó. La puerta de la vivienda estaba cerrada, pero el portón, que está a un lado de la casa, se encontraba abierto.

"Nunca dejaba así el portón. Pensé que no estaba o que se había dormido. Entonces, me senté a esperar en la banca", comentó.

Pasaron varios minutos y, preocupada, pidió a un vecino un foco para asomarse a la ventana.

"Hice a un lado la cortina y observé un bulto. En ese momento me asusté. Un amigo vino y pudo ver a mi papá. Estaba atado, sin vida. Llamamos a la Policía... ¿Sabe?, hace dos días lo enterramos", dijo Sirey, el viernes.

Algunos vecinos aseguran haber visto a Barquero el mismo lunes en que se supo de su muerte, pero, según el examen forense, falleció un día antes.

El OIJ informó que Barquero no tenía heridas de arma blanca ni de fuego, y que las amarras en los pies y en las manos eran débiles. Tampoco le sustrajeron ¢90 mil guardados en un pantalón.

Las indagaciones recientes señalan que la muerte de Barquero podría haber sido provocada. Se cree que una mujer quería vengarse porque tuvo varios problemas con él. Sin embargo, el avanzado estado de descomposición del cuerpo es uno de los obstáculos en la investigación.

Sentado en una banca

Jaime Barquero pasó los últimos seis años sentado en una banca al frente de su casa. Con una mano sostenía el cigarro y, con la otra, el café.

Su esposa, Mireya Peñaranda, murió hace seis años.

Ellos llegaron a Canalete de Upala, hace 13 años. Barquero, quien tenía una venta de estañones en El Cacao de Alajuela, decidió cambiar esa propiedad por una finca en Canalete, y dedicarse a la ganadería, que era su sueño.

En una Semana Santa, luego de ir a dejar a su hija y a unos familiares a la parada del autobús, Barquero y su esposa sufrieron un accidente. Desde ese momento, la salud de ella empezó a empeorar y él vendió la finca.

"Entonces construyó, en esta esquina de la plaza, unos locales y esta casa. Vivía de la renta", explicó su hija Sirey.

Barquero era un hombre tranquilo, que no se metía con nadie para no tener problemas. "Se levantaba y caminaba un rato. Luego, se iba a mi casa a tomar café y se venía aquí a sentarse en la banca. Ése era su día", comentó Sirey, que es hija única.

"No era un hombre rico o millonario, pero tenía dinero para vivir tranquilo", añadió.

Ella recordó que, una vez, estaba con su padre en el hospital de Liberia y una señora salió llorando, desesperada, porque no tenía dinero para comprar una caja y sacar a su hijo que había muerto. "Mi papá se levantó y le pagó todo, hasta el traslado", dijo Sirey.