Un "padre" muy acosado

Andrés Zamora, "el padre Mix", confiesa que ha recibido llamadas provocadoras al aire. ¿Caerá en la tentación?

En la calle, en las paradas de buses, en las escuelas ya se hizo costumbre que la gente le diga: "por fa, échese un grito de júbilo", y de inmediato suena su famosísimo "¡Aaay Dios mío!".

Es el sello de Andrés Zamora, "el padre Mix", que da mensajes positivos en las emisoras Vox y Omega y a quien hoy le llegó la hora para confesarse con los lectores de VIP. Vamos a ver si todo está "celestialmente calculado", como él dice.

¿Usted es padre en serio?

No, pero de familia sí, tengo una hija de cuatro años.

¿Cómo nació su vocación por las cosas de Dios?

En mis momentos de soledad. Hace 13 años me vi entre la espada y la pared. Mi abuelo, que me crió junto a mi mamá, fue el artífice de esto.

Sinceramente, ¿cuál es su pecado favorito?

¡Comer! Me molestan mucho con que la gula es uno de los siete pecados capitales, pero es que soy un antojado. Mi esposa me conquistó con un arroz con pollo.

¿Qué locura no ha hecho?

Mandarme de bungee jumping. Le tengo cierto temor.

Para usted, ¿cuál es la mujer más sexy del país?

La Miss Costa Rica, Fabriella Quesada. Me gusta su mirada, su cabello, siento que tiene muchos atractivos que son como difíciles de no mirar. Mejor no sigo (ríe).

¿Qué opina de la eliminación de las "tumbacocos" de ciertas radios juveniles para la romería?

(Lo piensa). Me parece bien, porque desvirtúa la devoción, la seriedad y el motivo real de la peregrinación. A veces el ruido no nos permite oír la voz de Dios.

¿Qué piensa de los jóvenes que van a la iglesia en plan de ligue?

Creo que algún día abrirán los ojos y se darán cuenta de que ese no es el motivo.

Por el ambiente donde trabaja, ¿se rodea usted de mucha tentación?

¡Uf! Frente a eso que Dios nos agarre confesados. La carne es débil, pero el espíritu es más fuerte.

¿Ha recibido llamadas calientes estando al aire?, ¿qué le dicen?

(Risas) Sí, y mis compañeros me salvan, o a veces me la juego yo solo. Me acuerdo una muchacha que me dijo: oiga padre no sé si usted es sacerdote, pero qué ganas de hacerle sudar la sotana.