Sergio Sandí, Pianista

Tocar, siempre tocar

Es uno de los dos ticos que estudian en la prestigiosa Escuela de Música de Manhattan. ¿Su sueño? Uno solo: dedicarse al piano toda la vida

Cada domingo, religiosamente, agarra la bicicleta y pedalea desde Queens hasta Central Park, en el corazón de Manhattan, donde estudia la licenciatura en piano.

"Es algo que no cambio por nada", dice sobre la experiencia de vivir en Nueva York. Claro, tiene cerca el Carnegie Hall, el Lincoln Center, el Metropolitan Opera House, sitios donde siempre hay ofertas musicales del nivel más alto y eso, para un músico, es como el paraíso.

Tiene 20 años, un premio nacional, muchos halagos cosechados, los pies bien puestos en la tierra y las ganas de seguir aprendiendo siempre que la vida se lo permita.

¿Qué significa para una persona tan joven vivir en una ciudad como Nueva York?

Ahh, es algo que no cambio por nada. Para estudiantes de música o arte esa ciudad es perfecta...

Y, ¿hay algo de ella que no guste?

Lo único malo de Nueva York es que hay demasiada gente, mucho ruido.

¿Te ha costado acostumbrarte a algo?

Al principio me costó un poco practicar solo (aquí lo hacía con sus profesores)

¿Un pianista tiene que cuidarse las manos?

Claro, no hacer muchos trabajos forzados donde se pueda lastimar. Yo me cuido y todo, pero... hasta me gusta montar en caballo...

...pero hay que cuidar más la cabeza...

Sí... si todo está bien en la cabeza cuando uno debe tocar, todo va a estar bien en las manos.

¿Y como cuida la cabeza una persona que recibe un premio nacional a los 19 años y a quien mucha gente halaga?

Teniendo los pies en la tierra. Nunca me he sentido más que los demás, sigo siendo un estudiante. De hecho, cuando me dieron el premio me puse a estudiar más, porque me dijeron que tenía que tocar...

¿Y hacia dónde crees que vas con la música?

Yo lo que quiero nada más es tocar, tocar todo lo que pueda. Solo, o con orquesta, o con otros pianistas y donde sea, pero tocar.