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Análisis 20 años después, otro país espera a Óscar Arias El gran reto será buscar acuerdos para poner el país a caminar Pablo GUERÉN CATEPILLÁNpgueren@aldia.co.cr Si hace 20 años Óscar Arias centró su gobierno en un plan de paz para el istmo, desde el próximo 8 de mayo, cuando vuelva a Zapote, sus mayores y abundantes desafíos estarán "en casa". Los analistas coinciden en que el presidente electo cuenta con experiencia política y un prestigio internacional que podría augurar avances en su ambiciosa agenda. En 1990 dejó el sillón presidencial con una popularidad del 80 por ciento y el Premio Nobel de la Paz en 1987, bajo el brazo. Sin embargo, por sí solos, esos puntos no le garantizan éxito. ¿Motivo? La Costa Rica de ayer, la otrora Suiza centroamericana, entra al siglo XXI con nuevos desafíos y sobre todo, lo ha dicho Arias, como una "casa dividida" y polarizada en temas espinosos como el TLC con Estados Unidos. Lo enfatizó el último informe del Estado de la Nación: Costa Rica es hoy un país "desarticulado" que "ha entrado en una fase nueva y más peligrosa". Además, Arias no tiene el apoyo de toda la población. Aventajó a su más cercano contendor por 18.169 votos, y el abstencionismo rozó el 35 por ciento. Ahí, precisamente, estará su gran reto. Arias, asegura el politólogo Constantino Urcuyo, deberá demostrar habilidad para buscar, mediante el diálogo y la negociación, acuerdos que permitan poner al país a caminar, en medio de un sistema y con una oposición multipartidista, muy distinta a la de los años 80, cuando solo debía hablar con el PUSC. Hoy, deberá conversar con el PAC, Libertarios y hasta con grupos de presión (sindicatos, estudiantes) mucho más duros. Rol clave Arias lo sabe. "Tendré que poner atención a la mitad del país que no me eligió", ha dicho, advirtiendo eso sí que "respetaré a las minorías, pero no habrá claudicaciones con respecto al mandato que me dieron las mayorías". Y en ese desafío de lograr acuerdos, tendrá un rol protagónico el nuevo ministro de la Presidencia: Rodrigo Arias... el mismo de hace 20 años. "Más que nunca deberá ser un negociador hábil para buscar alianzas, si el gobierno quiere avanzar con el TLC o la apertura de los monopolios", explica el analista Rodolfo Cerdas. Tarea difícil pero obligatoria, considerando que el Ejecutivo tendrá una capacidad de maniobra limitada en el Congreso, pues con 25 diputados faltan votos para la mayoría simple (29). Ahora bien. Lograr ese diálogo es solo el comienzo. Porque luego, Arias deberá aplicarlo si quiere sacar una agenda de temas pendientes que van mucho más allá del TLC, donde los ticos esperan soluciones rápidas y concretas. La corrupción, tortuguismo estatal, la inmigración, inseguridad, alzas en el costo de la vida y hasta los huecos en las carreteras, son algunos ejemplos. Y hay más. "Tenemos una democracia excluyente", ha dicho la Iglesia Católica, refiriéndose a la brecha cada vez mayor que separa a ricos de pobres. En fin, los desafíos son variados y Arias deberá demostrar si puede corregir el rumbo de la democracia más antigua de América Latina, porque si algo buscan los costarricenses es "estabilidad frente al sentimiento de incertidumbre que se ha generado". "Arias va a tener que estabilizar sicológicamente al país. Es decir, si el barco ya tiene capitán, ahora el capitán tiene que darle rumbo a Costa Rica", concluyó Urcuyo.
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