Menor rezagado llegaría mañana

A la fuerza en Tierra Prometida

Ticos detenidos en México volvieron a Pérez Zeledón, pero evitan hablar con la prensa

Pérez Zeledón.- Ayer, 19 de los 20 jóvenes detenidos el sábado en el aeropuerto de México D. F, regresaron a la fuerza a Tierra Prometida, un pueblo fundado hace dos décadas por familias de San Isidro de El General.

Todos, menos un menor que quedó rezagado y llegaría mañana, arribaron el miércoles por la noche al Juan Santamaría.

Este jueves, uno de ellos, Leonardo Sibaja, solo dijo: "Por ahora no deseo hablar, quiero descansar, reponerme, especialmente en lo psicológico".

Ayer los jóvenes prefirieron mantenerse alejados de la prensa. Solo dos aceptaron hablar.

Además de Tierra Prometida, Al Día visitó otras viviendas en La Esperanza, Buenos Aires, La Hortensia, California, Los Ángeles de Páramo, Pejibaye, la Unión de San Pedro y Las Juntas.

Según un pariente, es probable que "aún estén bajo la influencia del coyote, que les podría haber prometido algún arreglo a cambio de que no hablen".

Sí, pero sin nombres

Dos de los jóvenes hablaron con Al Día, pero solo uno autorizó a publicar su versión a cambio de que no se publicara el nombre.

Admitió que deseaban llegar a Estados Unidos, pero por momentos cambió la versión y dijo que se trataba de un grupo de karatecas que pasearían por México durante cuatro días.

Al que coordinaba el grupo y, que estuvo encerrado solo, le enseñaron las fotos de las hijas y le dijeron que no las volvería a ver si no confesaba.

Incluso, le dijeron que sus "compañeros" habían regresado a Costa Rica y que estaba solo.

"Mientras tanto a nosotros nos tenían en una sala amenazados de que no debíamos hacer hacer ningún ruido", dijo el joven.

El momento más difícil ocurrió cuando otro grupo de inmigrantes, liderado por cubanos, quiso hacer una protesta porque llevan más de 90 días presos sin que se les resuelva su situación.

"Intentamos mantenernos al margen de la situación, pero uno de ellos nos obligó a tener cierta participación, porque de lo contrario nos agredían. Llegaron los antimotines y aquello fue fatal", dijo el muchacho.

A ellos, les ayudó que iban en grupo y se respaldaban .

Cuando alguno se ponía mal, lo buscábamos, lo abrazábamos y le dábamos valor", relató.

Pudieron regresar -agrega el informante- porque uno le preguntó a un policía qué debían hacer para regresar a Costa Rica.

"Estábamos a punto de perder los boletos porque eran por cuatro días. No queríamos que nos pasara lo mismo que los cubanos y otros tres ticos que conocimos en esa cárcel", comentó

"La condición fue que admitiéramos que íbamos a los Estados Unidos", añadió.

Al llegar al Juan Santamaría, los jóvenes no quisieron ser entrevistados, algunos por vergüenza, sentían que los trataban como delincuentes "cuando no lo éramos, ingresamos a México con los papeles en regla".

Ahora, en silencio, los ticos retoman la vida en su tierra, Tierra Prometida.

"¡Quieren progresar!"

Pacuar- La preocupación de Mireya Rojas era por partida doble porque, en su caso, no sólo su hijo Mainor estaba dentro del grupo, también su sobrino.

"No hay que ser duro con los muchachos. Ellos lo que quieren es progresar. Y aquí no hay condiciones para hacerlo (...) Mainor dijo: 'nos vamos', ¿qué podía hacer yo?". Ella está agradecida con Dios de que ambos regresaron.

Otra forma de pulsearla

La Hortensia- José Francisco Robles y Digna Segura son parte de un grupo de pioneros que emigró de Cartago a Pérez Zeledón. Su vida no ha sido fácil y la naturaleza los ha golpeado con un terremoto y un huracán. "Yo la pulseo en la agricultura, mi hijo (Miguel Ángel) intentó seguir mis pasos, pero no le alcanza. Es padre de una niña y quiso pulsearla a su manera. No lo critico".

"No es como la gente lo pinta"

Juntas de Pacuar, Pérez Zeledón. El intentar ir a laborar a los Estados Unidos, bajo la condición de trabajador ilegal, "no es como la gente lo pinta porque encierra grandes sacrificios y peligros que uno a veces piensa si vale la pena correrlos o no".

Así lo comentó don Gerardo Antonio Mata Marín, un inmigrante herediano.

Él junto a su esposa Eunice Abarca, se encargan de cuidar una finca en Heredia.

Ambos tenían, dentro del grupo de muchachos que fueron detenidos en México, a un hijo y un sobrino a quienes ayer por la tarde recibieron jubilosos.

La pareja está feliz de que el problema de sus parientes en el que todos se vieron envueltos no pasó a más con su arresto en México.