Desde mi espejo
Nosotros lo hacemos sin sangre Haydée de lev
actriz
Para quienes hemos sido adoptados como hijas e hijos de esta hermosa tierra, para quienes hemos sufrido represión y dictadura en nuestros países natales, el pasado 5 de febrero nos dio, una vez más, la alegría de poder participar en las elecciones, de compartir lo que, cada cuatro años, se celebra en este país para escoger democráticamente a nuestros representantes en los poderes Ejecutivo, Legislativo y en las municipalidades.
Sin embargo, aun cuando los costarricenses tuvieron que esperar durante algunas semanas el resultado final de las elecciones para presidente, lo hicieron pacíficamente, confiados en la institucionalidad del Tribunal Supremo de Elecciones.
Y estoy segura de que todos nos sentimos orgullosos de la madurez cívica que, como de costumbre, demostró el pueblo costarricense, en contraste con algunos países, lejanos o cercanos, cuyo día de elecciones, lejos de ser una ocasión para que el pueblo lo disfrute, es un día de zozobra y dolor por la violencia de las luchas sangrientas que muchas veces se desatan para obtener el poder, así como también por la manera en que se elige a sus mandatarios.
Pero en nuestra bendita tierra pasan ejemplarmente las elecciones y es un día de fiesta que se celebra sanamente, con verdadera alegría.
Es entonces cuando nos une y nos hermana un solo pensamiento: el de una patria justa para todos.
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