Familia

¡Fuera pleitos por tonterías!

Discusiones "superficiales" les quitan espacio a temas importantes

Cuando los papás pasan el tiempo peleando con sus hijos adolescentes por la forma como se peinan, la música que escuchan o por la ropa que usan, terminan ignorando temas mucho más importantes.

Las expertas Patricia Odio, psicóloga de Enfoque a la familia, Karina Picado, psicopedagoga del MEP y Natalie Taylor, psicóloga y psicopedagoga, aseguran que los padres deben volver a conocer a sus hijos, cuando estos llegan a la adolescencia, como si acabaran de presentárselos.

"En lugar de pelear porque anda el pelo rojo hay que preguntarse ¿qué lo llevó a pintárselo? Si entramos con los 'tacos de frente' se va a cerrar la comunicación y desperdiciamos oportunidades para hablar de sexo, fumado, alcoholismo y homosexualidad, temas que son clave en el futuro de los muchachos", asegura Odio.

Para aprovechar mejor el tiempo, las expertas recomiendan ser breve en los regaños y no juzgar.

Sea valiente

Los temas "difíciles" deben hablarse en la casa. Según las expertas, a los papás les da miedo que sus hijos piensen diferente o que cuestionen sus opiniones.

La primera tarea es hacer un perfil de su hijo: así sabrá cuándo hace cosas por gusto, por influencias o por rebeldía.

Preguntar

"Una buena forma de acercarse es preguntarle 'disimuladamente' cómo se siente, en lugar de por qué hace ciertas cosas", explica Taylor.

"Dígale: 'me duele cuando haces tal cosa' y explíquele que puede negociar ciertas actitudes, pero no las reglas. Así ganará confianza para hablar de las causas de su comportamiento".

Negociar y dar el ejemplo

Padres e hijos deben ceder un poco. Eso sí, las reglas no se discuten. "Los papás tienen que dar el ejemplo. Si los quieren en la cama temprano, deben acostarse temprano", recomienda Picado.

Así lo hizo don Douglas

El juez Douglas Araya se hizo cargo de la crianza de sus tres hijos adolescentes, como si fuera padre soltero, pues su esposa pasaba mucho tiempo fuera de casa.

"Las reglas fueron esenciales. Siempre hicieron cosas que no me gustaban, como andar con el pelo largo. Hablé con ellos, les dí mis razones, con calma: no se debe hacer un escándalo en algo perfectamente controlable.

"Lo que hice fue 'marcar la cancha', darles a conocer las consecuencias de sus actos y cuando desobedecían, por ejemplo, llegando muy tarde, sabían que nos afectaban a todos con su mala decisión".