Autoridades insisten en donación

Con trasplantes, siguen vivitos y coleando

La donación de órganos le ha dado a cientos de costarricenses una segunda oportunidad para seguir disfrutando el maravilloso don de la vida

Wálter Mora cumplió, ayer, ocho años de vivir con un riñón que le donó su hermana. Hoy, este hombre, de 41 años y vecino de Hatillo 6, lleva una vida normal, tiene responsabilidades a granel y toda una vida por delante.

Al igual que Wálter, Marta Sánchez, de 43 años y vecina de Heredia, sigue vivita y coleando gracias a un trasplante de hígado que le hicieron los médicos hace dos años. Aunque reconoce que el primer año fue muy duro, asegura que valió la pena, si se considera que tuvo “una segunda oportunidad” para seguir viendo crecer a su familia.

Wálter y Marta son solo dos de las decenas de costarricenses que se han beneficiado de los programas de trasplantes de hígado y riñón de la Caja Costarricense de Seguro Social.

Ellos son el mejor ejemplo de que la voluntad de vivir más la pericia médica logran superar los peores diagnósticos.

Ambos coinciden en que dichos programas han salvado muchas vidas, y por tanto merecen mayores reconocimientos y más recursos para seguir haciendo su labor.

Lamentablemente, los ticos están poco dispuestos a donar órganos, ya sea por desconocimiento o por temor.

Caridad única

María Amalia Matamoros, directora del Centro Nacional de Trasplantes y Cirugía Hepatobiliar, reconoce las limitaciones que hay para conseguir órganos de pacientes cadavéricos.

“Según la Ley 7409 de 1994, todos los costarricenses somos donadores de órganos, siempre y cuando no hubiéramos dejado manifiesto en vida que no queríamos ser donantes”.

Sin embargo, aclaró que si bien la ley lo permite, a nadie que muera en un hospital le van a quitar los órganos. La autorización debe darla la familia, aunque la persona manifestara en vida que estaba dispuesta a donar.

“Creemos que se debe crear conciencia en la población sobre este tema. Las personas deben decir a sus familiares que estarían dispuestas a ser donantes, para que ellos respeten su voluntad, ya que eso podría salvar muchas vidas a otras personas”.

En el país, se hace trasplantes de hígados, riñones, córneas y huesos; próximamente, también de corazón.

Matamoros dijo que muchas personas han muerto esperando un trasplante de hígado, “pues no aparecen donadores a tiempo”.

“El hígado es un órgano vital, y por eso se necesita un donador muerto. En estos momentos, hay 15 adultos y siete niños en lista de espera; sin embargo, nosotros calculamos que el número puede aumentar a 80 personas, pues algunos todavía no están en condición tan delicada”.

Carlos Chaverri, quien es el coordinador de la unidad de trasplante de riñón, manifestó que las donaciones son como un tesoro preciado para las personas que esperan seguir viviendo.

Explicó que, a diferencia del hígado, la persona puede vivir con un solo riñón, por lo que no hay ningún tipo de peligro e instó a la población a considerar el tema de la donación.

“Al año, nos encontramos con unas 400 personas con una insuficiencia renal, de la cuales podemos salvar a unas 200”, manifestó Chaverri.

Por su parte, el cardiólogo Longino Soto informó que el programa de trasplante de corazón volvió a latir, tras ocho años de estar inactivo. “En el pasado, el proyecto se cerró porque no se tenían las mejores condiciones, pero ahora la situación ha cambiado, solo estamos esperando que aparezca un caso con las características necesarias”.

Mamá le dará vida otra vez Sandoval quiere estar con s u hijo de cinco años. Nicoa Ríos Aunque reconoce que siente mucho temor por la operación que le realizarán pronto, Seidy Sandoval sabe que todo saldrá bien y que, al final, tendrá una segunda oportunidad de vivir y ver a sus hijos crecer. A sus 29 años, esta joven vecina de San Rafael de Alajuela espera con paciencia que los médicos decidan cuál es el mejor momento para que su madre le done el riñón que necesita. Por el momento, se encuentra conectada a una máquina que depura artificialmente la sangre. “Tengo cuatro meses de estar internada, y lo que más deseo es estar en mi casa con mi familia y mis hijos. Hasta que enfermé, empecé a ver la vida desde otra perspectiva, una muy diferente”.

La historia del pequeño Kendall Kendall ya sabe lo que es dar la pelea. Róger Benavides Poco antes de alcanzar los tres meses de vida, los médicos se dieron cuenta de que el pequeño Kendall padecía una terrible enfermedad. El dolor y la incertidumbre perforaron, hasta lo más profundo, el corazón de la madre, Grettel Cambronero. Y no era para menos, el mal podía arrancárselo de sus manos si no recibía un trasplante de hígado rápidamente. No obstante, la ciencia médica y la voluntad de Dios tenían otros planes para él. Hoy, a los dos años, Kendall es un niño normal, que sonríe cuando ve algún payaso o sale Barney en la tele. “Cuando me di cuenta de que mi hijo estaba enfermito, lloré mucho y le pedía a Dios, todo el tiempo, que me diera fortaleza. Ahora estoy tranquila y confiada, porque sé que él tiene toda una vida por delante y que me dará muchas alegrías en el futuro”, dice. Aunque sabe que su hijo requiere cuidados especiales, está segura de que podrá salir adelante, “pues yo le voy a inculcar una gran voluntad para hacerlo”. En lo que va del año, el Hospital de Niños ha hecho cerca de cuatro trasplantes de hígado a niños como Kendall, que tienen todas las ganas de jugar sin dolor.

No se cansó de tocar puertas Lucrecia fue operada hace tres años. Róger Benavides Cuando los médicos le dijeron que solo tenía dos meses de vida, Lucrecia Jiménez y su familia no se dieron por vencidos. Pese a que en el país no se habían hecho trasplantes de hígado con éxito en adultos, esta mujer de 24 años tocó las puertas de la Defensoría, de la Asamblea y de muchos corazones con tal de seguir con vida. Hoy, tres años después, abrió las puertas para que el programa de trasplantes de hígado en adultos se mantenga abierto. “Mi vida ha cambiado, y aunque tengo que cuidarme mucho, soy como cualquier otra muchacha normal. Puedo trabajar, estudiar y desarrollarme como persona”. Aseguró que es una lástima que el programa no tenga la amplitud que debería.

“Tengo muchos planes para el futuro” Erick sueña con ser profesional. Róger Benavides Erick Buzo celebraba la Navidad del 2004 cuando recibió una de las peores noticias en su corta vida. Con apenas 13 años y a punto de iniciar el segundo año de colegio, le informaron que padecía hepatitis crónica autoinmune, tras un intenso sagrado digestivo. Después de esperar seis meses para conseguir un donante de hígado (cadavérico) con sus mismas características, Erick fue sometido a una intervención quirúrgica que le salvó la vida, pero que, al mismo tiempo se la cambió. “Me asusté mucho al principio, pero ahora estoy tranquilo. Soy un muchacho normal, como cualquier otro, sigo estudiando y tengo muchos planes para el futuro”.