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Esperan inversiones hoteleras por $200 millones Boom del progreso y el vicio atrapa a Jacó Junto con su vertiginoso desarrollo turístico, va aumentando también el problema del narcotráfico, prostitución y delincuencia/ Esperan llegada masiva con las vacaciones Erick Carvajal M.ecarvajal@aldia.co.cr Jacó. - Para fin de año, Jacó espera a unos 80 mil turistas. Y hay inversiones hoteleras previstas por unos $200 millones para los próximos meses. “A este cantón no lo va a parar nadie, excepto Dios”, me dice el alcalde Fernando Villalobos. Pero, tras la explosión de desarrollo comercial, turístico y de infraestructura hotelera que se respira en cada esquina, esta playa se ve asediada por una creciente ola de delincuencia, de prostitución y de tráfico de drogas.
En el Jacó de hoy son palpables estas dos caras: una le sonríe a su vertiginoso desarrollo turístico y la otra se se ve acechada por los vicios. Lo comprobé el jueves y viernes pasados. El OIJ y la Fuerza Pública se quedaron rezagados ante el crecimiento de la localidad y de una agresiva actividad delictiva. El caso más reciente tuvo lugar en la madrugada del 11 de noviembre, cuando en la playa fue hallada sin vida y desnuda la nicaragüense María Zamora Medina, de 27 años. Mientras tanto, en los tres kilómetros de la Avenida Pastor Díaz crece uno de los mayores desarrollos comerciales y de infraestructura hotelera del país. Tres gigantescas grúas amarillas contrastan con el verde de las montañas y el azul del mar. Debajo de las grúas se elevan torres de apartamentos, que son la punta del iceberg. “Viene una inversión de $200 millones en apartamentos y hoteles. Sólo ayer (el pasado miércoles), recibí a tres inversionistas”, comenta el alcalde Villalobos. Millones de dólares, miles de turistas, pero ¿y la seguridad? En pocas manos Durante el día, la seguridad de los turistas está en manos de ocho oficiales, dos carros y dos motos. Ese número de policías se reduce a cuatro en la noche. La oficina del OIJ en Jacó ha experimentado un crecimiento en las denuncias. En el 2005 se presentaron 1.018 denuncias por diversos delitos y, en lo que va del 2006, la cifra va por los 1.232. Esto quiere decir que los ocho oficiales de Jacó tienen que ver más de 154 casos por año. Muchos de los casos son las tachas que sufren los turistas en playa Hermosa. Llegan con sus autos, se parquean y se van a surfear. Eso es aprovechado por los ladrones para robarles. La Fuerza Pública recibe de tres a cuatro denuncias de tachas por día. Edwin Jara y Dinia Camacho, vecinos de Cartago, pensaron en Jacó como una opción para ir de vacaciones, pero la desecharon. “Es un sitio peligroso, sobre todo, en las noches. No es la playa que era antes”, dice Camacho. Jara explica que ellos estuvieron averiguando en varios hoteles, pero la inseguridad los convenció de no quedarse en Jacó. “Estamos en otra playa, solo venimos a dar una vuelta”, comenta Jara. Sin embargo, otros sí se la juegan. José Cruz Espinoza, vecino de San Carlos, estaba sentado en una banca con su familia. “Después de las seis de la tarde es tierra de nadie. Hace poco, mataron a una señora cerca de aquí, falta mucha iluminación en la playa”, afirma Espinoza. Sexo, drogas y rock Una mujer con acento dominicano se me acerca y me pregunta que por qué estoy tan solo. Le contesto que estoy tranquilo, tomando una cerveza y observando el lugar, y que no estoy interesado. Me dice que es una lástima, pues podía hacerme pasar un rato inolvidable. Claro, previo pago de ¢51 mil y por solo media hora. Estoy sentado en un bar lleno de extranjeros, en su mayoría estadounidenses, y rodeado de decenas de mujeres, cada una a la caza de los ¢51 mil o más. Jacó en la noche no solo es prostitución, sino también drogas y asaltos. Al lado de los placeres de la cama se ha incrementado la venta de crack, cocaína y marihuana. Se consigue de todo. El bar donde me encuentro es solo uno de los sitios donde los turistas pueden encontrar la mujer que quieren: baja, alta, rubia, morena, de pelo negro... Y, si de nacionalidades se trata, las costarricenses compiten con las colombianas y dominicanas. La guerra del sexo también se vive en la calle. Cerca de estos bares hay un nuevo grupo que toma fuerza en Jacó: los travestis. Como dicen, hay para todos los gustos. “Agárrenlo, agárrenlo” Un hombre sale corriendo de las cabinas El Bohío, dobla por el salón del mismo nombre, una mujer lo persigue y otros hombres lo atrapan a los 100 metros. Son las dos de la tarde. La noche anterior, este mismo individuo, de apellido Gómez, fue sorprendido robando en una casa. “Estamos cansados. Este hombre nos ha robado mucho y la Fiscalía siempre lo deja libre”, me dice Arelyn Vindas, administradora del lugar y nacida en Jacó. “Esta playa ha cambiado mucho. Antes íbamos a cualquier hora de la noche, ahora es un atentado”, agrega Vindas. Al menos, 10 adictos al crack salen todas las tardes de sus guaridas a ver qué pescan y quién se descuida para robarle. La policía luce impotente. Hace una semana, varios agentes de Migración arrestaron a 22 mujeres, pues su estadía en el país era irregular. La madrugada del viernes, todo seguía como si nada hubiera pasado. El show en Jacó tiene que continuar, los turistas piden y hay que satisfacer sus demandas.
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