Nunca perdió la fe
Hace dos décadas, cuando Jorge Oguilve era tan solo un niño de ocho años, una carta de Franklin Chang le cambió su vida para siempre.
Después de esperar, durante un año, una respuesta de su ídolo, Oguilve no había perdido la fe y en una calurosa mañana de escuela recibió la tan esperada carta del astronauta.
“Cuando recibí el sobre, mi camino en la vida quedó muy claro, quería ser como él. Un gesto como ese le hace a uno mantener encendida la llama de seguir estudiando. De verdad que me marcó y me impulso a estudiar Ingeniería para trabajar en el área espacial”.
Oguilve recuerda que ese simple gesto le hizo escoger una carrera que lo llevó a conocer a Chang durante una pasantía en Houston en el 2001.
“Fue muy bonito saber que, todos los días, él dedica un poco de su tiempo a escribir y responder cartas de los niños. Esa fue una gran lección de vida y sé que a muchos niños también les cambiará la vida”.
|