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 Vivir H O Y Domingo 29 de abril, 2007, San José, Costa Rica.
 

Afrodisíacos: en su mente

Ni todos los mariscos del mundo dan más placer que el amor

Carmen Aybar

Psicóloga con estudios en sexualidad humana

¿Quién no ha pensado que tomarse una buena sopa de mariscos, comer chuchecas o una mariscada va a potenciar la virilidad masculina y dejar a las mujeres en el agotamiento total?

Y no solo se puede pensar esto de los alimentos: perfumes, inciensos, flores, candelas, vestuario, aceites y “esencias eróticas”, meditaciones y relajaciones, en fin, cantidad de elementos e ingredientes que la sociedad de consumo nos quiere vender y mentes creativas, pero poco educadas sexualmente, que creen en tantos mitos.

En realidad, estas cosas nada o muy poco tienen que ver con la realidad. Sin embargo, no vamos a negar que nuestras mentes y aparato psíquico posee la gran característica de ser “sugestionable” y, al parecer, existen culturas en las que esto es aún mayor.

La nuestra, costarricense, es MUY sugestionable, así que si nos dicen que la sopa de cabeza de pescado es más que buena para la virilidad, la potencia sexual y para dejar a la pareja “impresionada”... ¡es muy posible que esto de verdad suceda después de comer la sopa!

No vamos a negarlo

Un aroma especial, buena música, tal vez con algunas candelas, pueden ayudar con el estado de gozo en la comunicación... y en toda la piel.

El asunto está en que esta sugestionabilidad se mantenga “y que la cabeza de pescado haya sido cortada de un solo, no a poquitos...”

A decir verdad, y poniéndonos más serios, ¿habrá en el mundo algo más afrodisíaco que la piel, el amor, un rico y llevadero diálogo, la risa, la complicidad y romper esquemas, haciendo el amor en diferentes lugares y de diferentes formas?

El secreto del éxito

No estamos hablando de los mariscos, los aceites ni las pastillas “mágicas” que anuncian por ahí: el verdadero método para encontrar afrodisíacos es el respeto en la pareja, conocernos sobre nuestros gustos y placeres.

Dicho sea de paso: el peor lugar para hablar de ello es la cama o el dormitorio. ¿Por qué? Pues porque ya está teñido de la vivencia misma de la sexualidad.

¿Qué tal si lo conversamos en la sala y tomándonos una taza de café bien rico?

¿Qué tal si intercambiamos en pareja en un lugar neutral y nos contamos acerca de nuestros gustos, dónde y cómo sentimos mejor y más plácidamente?

¿Cómo nos gustaría que nos abordara sexualmente? ¿Con gestos, tocándonos los pies o preguntándonos directamente “Hacemos el amor hoy”?

Creo que un buen afrodisíaco es el diálogo en la pareja, la comunicación fluida sobre cualquier tema, desde la comida que hay en la refrigeradora hasta lo más íntimo, en fin, intercambiar cada mensaje, pasándolo del uno al otro sin tantos tropiezos y malos entendidos.

Cuerpo a cuerpo

Obviamente, no vamos a negar el poder de nuestra piel ¡y qué grande que es!

Pero pareciera que la transformamos en algo chiquitito cuando le damos el poder a los mariscos, perfumes y pétalos de rosa sobre las sábanas blancas...

Es nuestra piel, toda ella, y nuestro cabello, un gran afrodisíaco. Esto se manifiesta aún más si tenemos mente de exploradores y somos capaces de jugar con ella y usar todos nuestros sentidos: hasta nuestras fantasías tienen lugar aquí.

Podemos compartirlas o no, solo quedarnos con ellas en nuestras mentes pero echándolas a volar con la persona que realmente queremos y principalmente deseamos.

Entonces ¿Es el amor un gran e importante afrodisíaco? La respuesta es afirmativa.

Por eso es que al comenzar una relación las cosas resultan más fáciles en una pareja pero ¡OJO! Dije “fácil”, no necesariamente “mejor”. Pero resulta que el deseo a lo nuevo y la exploración al inicio es en sí misma un desafío que todos disfrutamos y por el que todos pasamos.

La gracia está en cómo mantener ese deseo y cómo seguir inquietándonos con los afrodisíacos que proponemos hoy.

Bueno, en la pareja siempre tendrá que existir diálogo y la piel no se acaba, siempre seguirá dando placer. O sea, debemos convencernos de que es nuestra sensibilidad e interés lo que hará que le demos buen uso a los verdaderos afrodisíacos.

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