San Joaquín de Flores

Boda en Día de Reyes

Nancy Soto y Álvaro Saborío recibieron el mejor regalo : se unieron en santo matrimonio

Ni un gol decisivo en el minuto 90, ni quedar entre las finalistas de Miss Universo causó tanta emoción a la pareja de Álvaro Saborío y Nancy Soto, como la sentida por ambos anoche.

Estas caras conocidas de la farándula tica, se dieron un regalo muy especial en el Día de Reyes: su amor eterno.

La boda fue dirigida por el sacerdote Manuel Quesada, en la iglesia de San Joaquín de Flores, en Heredia.

Álvaro, muy serio como siempre, llegó al templo a las 6:50 p.m., con sus zapatos bien lustrados, un traje de corte italiano y corbata plateada, acompañado de sus padres, Álvaro Grant McDonald y Marlene Saborío.

En su cara se notaban tanto la emoción como el nerviosismo, a cada rato miraba de arriba a abajo el templo, los adornos, los invitados. Estaba inquieto.

Entre luces

Los espectaculares arreglos florales hechos con lirios casablanca, hortensias, terracotas, pinochos y calas no pudieron competir con la belleza de la novia, quien llegó en una limusina negra a las 7:10 p.m.

De inmediato, un pequeño pero sonoro juego de pólvora anunció que la bella estaba ahí.

Siempre las novias se ven hermosas, pero Nancy en especial lucía radiante con su vestido corte princesa –que dejaba al descubierto los hombros– y un velo de siete metros, cumpliendo el papel de cola y sujetado por el organizador de bodas, José Otárola.

Luego de que Saborío se colocó frente al altar con los padrinos, Paulo César Wanchope y Paula Ruiz, la novia hizo su ingreso, en medio del aplauso de los curiosos que estaban afuera del la iglesia.

Aunque se pensaba lo contrario, no fueron muchos los que llegaron a ver la boda de estos dos famosos. De hecho, en la iglesia había pocas caras conocidas cuando la pareja se encontró y sonrió al mismo tiempo.

Al parecer, a los dos se les pasó el susto apenas se dieron la mano frente al altar.

Todo salió muy bien durante la ceremonia y de seguro les quedarán grabadas las palabras del sacerdote: “Ahora, cada uno administrará la vida del otro”.