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Monteverde, Puntarenas Grupo armado pretendía secuestrar a hotelero Encapuchados se equivocaron y retuvieron a empleado de complejo turístico Christian CAMPOS, corresponsal y Rodolfo MARTINrmartin@aldia.co.cr Monteverde, Puntarenas. - Leonel Quesada Mata, gerente y dueño del complejo turístico y hotel Mirador San Gerardo Lodge, se salvó ayer de ser secuestrado por un grupo armado, gracias a la llamada que le hizo uno de sus empleados. El blanco era conocido y la estrategia de secuestro estaba clara; sin embargo, al llegar al lugar, los secuestradores se equivocaron, confirmaron fuentes del OIJ y Fuerza Pública. El hecho ocurrió ayer, a las 8:30 a.m., en el hotel, situado a unos ocho kilómetros del centro de Monteverde.
Los delincuentes, a quienes la policía rastreaba ayer en la tarde, interceptaron y retuvieron por algunos minutos a José Mario Vásquez, un peón de ese hotel cuando, en realidad, a quien pretendían secuestrar era a Quesada, dueño del negocio. En Monteverde, además de la masacre ocurrida en la sucursal del Banco Nacional el 8 de marzo del 2005, también han sucedido otros hechos de violencia. “Siga y cállese”, con esa advertencia sorprendió uno de los delincuentes a Vásquez, cuando caminaba por una parte montañosa para reparar unos senderos que un grupo de turistas visitaría en la tarde. El sujeto estaba encapuchado y fuertemente armado, afirmó Vásquez. El trabajador, de 32 años y vecino de Cabeceras de Tilarán, se había internado solo con un machete, una pala y un teléfono celular. Luego, otro hombre, de iguales características, se le unió y fue entonces cuando Vásquez comenzó a temer por su vida, señaló. El peón caminó al lado de los sujetos por unos 25 minutos, tiempo en el que, constantemente, fue amenazado por los desconocidos. El cuchillo y la pala quedaron tirados en el camino. “¿Dónde está el dueño? ¿Ya llegó a trabajar?”, le preguntaba uno de ellos. Vásquez le respondió que su jefe casi nunca llegaba al trabajo, y que desconocía si estaba. Uno de los momentos más críticos fue cuando les dijo que su patrón se llamaba Juan, algo que los encolerizó. “Es mentira, porque se llama Leonel”, le dijeron. “¿Dónde está? Esto es un secuestro”, le decían con insistencia. En un momento dado, uno de los delincuentes accionó un radio de comunicación y le informó, al menos a otro cómplice, que habían interceptado a la persona equivocada. Vásquez llegó a escuchar a los delincuentes cuando discutían entre ellos y decían: “A este es mejor eliminarlo, desaparecerlo”, recordó ayer con gran temor. Como por una acción milagrosa, se cayeron las ramas de unos árboles interrumpiendo el silencio que había en ese instante. Los delincuentes se asustaron mucho, y volvieron sus miradas y armas hacia el punto del sonido, lo que aprovechó Vásquez para escapar. “Aquí es tirándome por el guindo, sin importarme los bejucos o las ramas o donde pudiera caer”, pensó en ese momento, según relató a Al Día.
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