Ricky Martin, Cantante

Una estrella se nos acerca

En “Blanco y Negro” los ticos verán al astro boricua el 19 de febrero. Antes de la cita conózcalo íntimamente

Hace más de una década cantó aquí ante butacas vacías, pero ya en el 99 era imposible traerlo porque cobraba cerca de $1 millón y ahora, en cuestión de ocho días, Ricky Martin hará suyo el escenario del estadio tibaseño, Ricardo Saprissa, se rumora que por la módica suma de $150 mil –por concierto–.

Las ansias se comen a su público, el cual disfrutará de un Ricky en blanco y negro –el nombre de la gira– o como el mismo lo dice: al natural.

No se ilusionen chicas, “al natural” no significa escaso de ropa. Más bien se refiere al momento personal por el cual pasa el famoso boricua.

Tras una intensa “vida loca” Enrique José volvió a la tierra, se deshizo de la agenda de negocios y dejó de preocuparse por generar dinero.

Claro, él lo puede hacer, pues ha vendido más de 60 millones discos, cobra hasta ¢474 millones por un cantar en una fiesta privada, posee dos casas, tres apartamentos, un Mercedes Benz, un Porsche y un Land Rover.

A sus recién cumplidos y bien vividos 35 años el intérprete de “María” grita a toda voz que su carrera es una cuarta parte de su realidad, aunque sigue siendo una ficha prioritaria para su disquera Sony/BMG.

“Ahora voy donde quiero, cuando quiero. Voy al cine los fines de semana, alquilo películas y entro a lugares públicos”, contó el intérprete en una entrevista.

La época de “red carpet” pasó. Ya no necesita dejarse ver en todo lado, la época de disfrutar su estrellato se apagó y ahora está en la etapa de disfrutarse y aceptarse tal y como es, asegura él.

El budismo y el hastío por una vida acelerada se podría decir que son los responsables de su madurez actual.

Es un hombre de pocos y sinceros amigos, los cuales generalmente lo acompañan en la intimidad de sus giras.

Muy atrás quedo la época de Menudo; un grupo en el cual, por cierto, fue rechazado la primera vez que audicionó. la sed de éxito hoy no es la misma que sintió en el 90 cuando firmó un contrato que lo convertiría en solista.

Con lupa

Ricky Martin es un hombre que atesora los momentos. Recordarse como monaguillo, sentado en el regazo de su abuela o un viaje que hizo de niño a Orlando para visitar Disney World es lo máximo para este reconocido hacedor de dinero.

Se dice sincero y paciente, pero asegura que su afán controlador podía ser uno de sus peores defectos.

No le gusta ver mucha televisión, aunque trabajó en varias telenovelas e inclusive en la aclamada “Hospital General”. Más bien suele comprar colecciones apreciables de películas.

Es un hombre sencillo con gustos extravagantes –porque le encanta lucir Armani–.

Es un buen capricorniano que se deleita con Sting. Ya poco le pide a la vida, tranquilidad y paz quizá son su único anhelo de hoy.

De ficha técnica Tiene una hija adoptada, que se llama Anastasia. La madre adoptiva de la pequeña es la hermana de Ricky. Le teme a las serpientes. Es un metrosexual que se gasta de una vez $10 mil (¢5 millones), en cuidados personales. Le paga $2 mil (¢1 millón), por semana a un entrenador personal que lo ayuda a estar en –obvia– forma. El tatuaje del brazo derecho representa el Padre Nuestro, en hebreo. Tiene otros en la ingle y en el brazo izquierdo. Jamás volvería a Menudo.

La controversia En varias ocasiones se ha insinuado mediante publicaciones que Ricky Martin es homosexual. Hace unos años las fotos de él jugueteando en la playa con otro chico le dieron la vuelta al mundo. Poco después Martin se defendió diciendo que este musculoso es su hermano.