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 Nacionales Domingo 18 de febrero, 2007, San José, Costa Rica.
 

Parejas, indigentes, trabajadores, artistas... todos pasan por este corazón y nervio capitalino

El carrusel de Chepe

Decenas de miles cruzan, sufren o ríen en el parque Central, en un oleaje, en un vaivén sin fin

Alejandro Arley Vargas

Jueves 15 de febrero. Los pitazos de las 4:30 de la tarde en la avenida Segunda y el frenético ruido de los zanates aturden en el parque Central de San José. Escojo muy bien el “poyo” para no sentarme en una cuita.

La basura gobierna. El olor a orines provoca náuseas cerca del quiosco y los “pintas” e indigentes, se asoman por montones.

A esa hora la gente corre, no camina, muchos desesperados por agarrar en hora pico, un bus y ojalá con campo. Por la fecha, casi todo mundo con plata en la bolsa.

Los peloteros hacen círculo y me voy a “viniar”. Dos hombres discuten por unos puntos en el “maché”, juego que inventó el popular “Tango” y que se practica durante horas con verdadera pasión en el parque.

El central, poco a poco, se torna una isla en el frenético San José del Siglo XXI. El tiempo se detiene, por instantes, y las cosas que se ven o escuchan son dignas de retratar con calma.

Frente de la Catedral, está Jorge Acevedo, un limpiabotas que cumple 54 años de trabajar en el parque.

“Tengo 71 años y soy de Cartago”, me dice en voz baja mientras guarda los cajones y el betún. Me gusta estar aquí, pero hay muchos alcohólicos ahora”.

Dos franceses... a la tica

Son casi las 6 de la tarde. Al fin me encuentro un par de turistas que me puedan dar su opinión del parque. Claro, unas clases de francés no me vendrían mal, porque solo eso hablan, así que les sonrío y les saludo, “pura vida”.

Los pericos y zanates se callan, los pitazos merman y la avenida luce a medias. En el parque ya no hay pensionados hablando de la “Sele”, ni chavalillos viendo “güilas” para piropearlas.

A esas horas ahí solo quedan “los fiebres y los residentes”. Porque en este sitio hay tres clases de personas: los que pasan por él, los que viven de él y los que habitan en el parque.

8 de la noche . Subo las gradas al quiosco para tener una “visión panorámica”. Dos parejas se funden en besos, abrazos y manoseos, detrás de un árbol de Guanacaste, sí hay un Guanacaste. Es uno de los 30 árboles que tiene el parque, o al menos de los que puedo contar.

No en vano, un policía me cuenta que más de una vez han sorprendido parejas, heterosexuales, lesbianas y homosexuales en verdaderas escenas “porno”.

10 de la noche . Las campanadas de la Catedral me indican que debo salir de la isla y volver al exterior. Mañana será otro día.

El día después...

¡Qué basurero!, digo en voz baja cuando noto que el parque estaba más sucio que la tarde del jueves.

Pero nada detiene la marcha rutinaria de decenas de miles de personas que van a sus trabajos, a sus oficinas, o cruzan la capital de extremo a extremo en el fragor de sus vidas.

Unos “encorbatados”, otros en jeans, con el pan y el periódico, otros que se fuman su “blanquito” pa’ desayunar. Todos hacen cosas diferentes.

Les pregunto a qué se dedican y me responden seco: “soy secretaria”, “soy albañil”, “soy maestra”, “soy soldador”. “¡Soy un vago!”, me remata uno chapado a la tica.

14 taxis hacen fila, una muchacha persigue una paloma, Johnatan barre cerca de la fuente, el mendigo sigue dormido y aquello va y viene como un carrusel, sin fin, el carrusel del parque Central.

La vida en el parque

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A eso de las 9:00 p.m. el parque Central capitalino muestra los primero rasgos de soledad. Foto: Allen Campos.

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Los indigentes utilizan el agua de las fuentes para darse una bañadita rápida. Foto: Alejandro Arley.

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Las escenas románticas son visibles por doquier tanto en el día como en la noche. Foto: Alejandro Arley.

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El monumento a los barrenderos no pasa inadvertido en el lugar. Foto: Erick Córdoba.

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La Fuerza Pública realiza varias rondas nocturnas por el parque. Foto: Allen Campos.

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Debajo del quiosco funciona la Galería San José, sitio donde unos nicaragüenses realizan un proyecto para mostrar por Internet como viven sus paisanos en Costa Rica. Foto: Allen Campos.

Tango, tibetano, eterno...

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Tango, parece un monje tibetano, eterno..
A. Arley

Si le digo que en el parque Central hablo con Francisco Delgado Soto, seguro no le va a importar, pero si le cuento que ese señor es “Tango” a lo mejor ya me da pelota.

Durante muchos años, “Tango” asombró a la gente con su increíble habilidad para hacer series con bolitas de tenis y malabares de todo tipo con las de fútbol.

Hace más de 30 años se instaló en el parque y ahora entretiene a la gente con los juegos que inventó. “Se llaman ‘maché’, ‘picacaballo’ y ‘planetario’”, comenta a punta de carcajadas.

“Tango” me invita a jugar y por fin entiendo que si le pego a las bases de madera con la bolita y boto las piezas que están encima gano un punto.

Con 70 años a cuestas, Delgado se gana la vida vendiendo los juegos y con el poco dinero que le llega de los jugadores. “Aquí juega el que tiene y el que no”, añade.

La gente lo estima, se detienen a saludarlo y recuerdan viejos tiempos con él. “Este soy yo con Luis Alberto Monge”, me dice mientras sostiene una foto en blanco y negro.

No puedo evitar preguntarle sobre su nuevo “look” y me dice “Quiero morir con barba”.

“La limpiada vale 5 tejas”

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Don Jorge chinea a sus mejores clientes
Erick Córdoba

Han pasado 44 años desde que Jorge Luis Fuentes limpió su primer par de zapatos en el parque Central. Él, mejor que nadie, recuerda como era antes el sitio.

“Me gustaba más cuando estaban todos los árboles, la veranera y ese estilo de plazoleta que tenía”, comenta al mismo tiempo que trabaja en los zapatos de Rafael Fonseca, su cliente más chineado.

Sin duda la remodelación que le hicieron al parque entre 1993 y 1994, no le hizo mucha gracia a los de “la vieja guardia”. Extrañan lo verde.

“Rafita viene todos los días, es de los fijos”, añade. En una buena jornada de trabajo, don Jorge se gana sus ¢6 mil, pero en otros no le va también como quisiera.

“Todo depende de los clientes, a veces están quebrados. Conmigo, la limpiada vale cinco tejillas”, asegura.

Fuentes, tiene 10 hijos y vive en Cristo Rey con varios de ellos y sus nietos.

Yo decido buscar una sombra y ellos seguirán hablando de la “Sele”... lo sé.

¡Qué cochinos somos!

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Johnatan de 20 años tiene 8 meses ahí.
Erick Córdoba

La batalla es de David contra Goliath, la basura gana en cantidad y patrocinio, pero Johnatan Villalobos gana en determinación y trabajo.

El joven de 20 años, es el encargado de limpiar el parque capitalino. Sabe que la misión no es nada fácil, pero hace su mejor esfuerzo.

“Tengo ocho meses de estarle dando por aquí. Es difícil porque la gente ensucia demasiado, sobre todo en las noches”, dice.

Rastrillo en mano, pasa por todas las áreas del parque en un trabajo que inicia a las 7:30 a.m. “Por lo general en cada tanda me llevo una hora, pero hay días en que no termino de limpiar un lado cuando están ensuciando el otro”, dice sin perder la calma.

Su jornada concluye a diario a las 5:30 p.m. cuando guarda el carretillo y los escobones en el local que hay debajo del quiosco y que ahora es una galería. Su esperanza es que algún día haya menos basura.

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El parque Central de San José fue remodelado por la municipalidad en 1994. Según los registros del ayuntamiento, el sitio se inauguró formalmente el domingo 19 de julio de 1885.
Erick Córdoba

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Hace 17 años...
Esta imagen del parque fue captada por el comunicador Gilberto Luna, el 7 de marzo de 1993, unos días antes de que empezaran los trabajos de remodelación del lugar.

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