Pido la palabra

Piedra, papel y tijeras

Piedra, para tener la conciencia y la voluntad inquebrantables, y para que nuestros niños y jóvenes vayan a las aulas seguros, tranquilos y con la certeza de que inician una de las tareas más importantes del país, sin sátiros, sin drogas, sin atropellos.

Papel, para llenarlos de letras y sueños, de dibujos y planes, de teorías y prácticas, de poemas y cartas. Papel que se multiplique en cuadernos y en libros para que sus mentes crezcan fecundas, y den frutos y cosechas tempranas.

Tijeras, para recortar todos los excesos y desperdicios, y dotar a las escuelas y colegios de pupitres, pizarras, sillas y mesas, baños y agua, meriendas y comedores, canchas y paredes pintadas, y personal contento y bien preparado.

Porque, si los chicos sacan el papel y el país las tijeras, tijeras matan a la hoja y ellos pierden.

Porque, si los muchachos sacan las tijeras y el país la piedra, piedra mata a tijeras y ellos pierden.

Porque, si los más jóvenes sacan la piedra, aunque el país saque el papel y las tijeras, la piedra volará y romperá el metal y el lino, y, entonces, dolerá en el alma y será un obstáculo en el futuro camino.

Porque la educación no es un juego de manos ni de villanos. No es un juego de niños. No es un juego.

Es una promesa que urge cumplir, pues los estómagos vacíos no esperan y la pobreza ya no quiere andar descalza.