Riyo Mori, Miss Universo
Es un Sol
De 20 años, con buen gusto para vestir y para bailar, la hermosa japonesa deberá abandonar su ciudad al frente del monte Fuji para mudarse a Nueva York y cumplir un sueño Isaac Lobo
De niña, ella salía al patio de su casa y se quedaba viendo el monte Fuji, y se preguntaba cómo sería tocar el cielo, como ese enorme y hermoso volcán de nariz nevada.
Riyo Mori al fin experimentó era esa sensación, pero no en su ciudad natal Shizuoka, sino a kilómetros de distancia de su hogar, en México. Fue por eso que la japonesa, al tener la corona sobre sí, alzó sus brazos y se sintió en medio de las nubes.
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“Enseñar el cuerpo en la competencia de traje de baño es sólo para ver cuánto nos ejercitamos, si eres una persona activa y te ejercitas eso se va a reflejarse en tu figura”
“Si tienes belleza interior, se derramará sobre tu belleza exterior. El Miss Universo no es un concurso que denigra a la mujer”
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La representante de la tierra del sol naciente, de 20 años, siempre conservó la confianza en sí misma, incluso hasta el final de la elección. A diferencia de lo que ha sido una tradición entre las ganadoras, Mori no derramó ni una lágrima al escuchar que había sido designada como la mujer más bella del planeta. No le dio tiempo ni para eso, estaba atónita.
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Arte.
Manejó su traje típico como si estuviera danzando. cortesía Miss Universo
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“Mi mente estaba en blanco”, dijo la flamante Miss Universo, quien se acostumbró a tener de vecino del norte al monte Fuji, relajarse cuando nevaba en la aguas termales de la península de Izu y pasear alrededor del enorme lago Hamana.
Este ambiente de naturaleza, cultura y hermosura esculpió su cuerpo. Desde niña le llamaron la atención los escenarios y su madre le enseñó danza.
Riyo vivió hasta hace poco en la provincia de Shizuoka, un pueblo “pequeño” de tan sólo 3,7 millones de habitantes, en el puro centro de Japón.
Hecha para ganar
La hoy reina nunca perdió la elegancia: en todo el certamen se caracterizó por usar vestidos de Gucci y Bulgari, no en vano su instructora, Inés Ligron, aseguró que invirtieron $1,3 millones (¢676 millones) en la indumentaria.
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Gustos.
Le encantan los museos, los musicales y viajar. cortesía Miss Universo.
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Igrón no olvida que en el año pasado otra pupila suya, la japonesa Kurara Chibana, quedó primera finalista, detrás de la ganadora Zuleyka Rivera.
Mori sabía que era el desquite de su país y que también debía cumplirle el sueño a su abuela: ganar la corona.
Su preparación incluyó ejercicios, una charla diaria con su entrenadora, sin importar el cansancio tras horas de ensayos, actividades públicas, cenas y ruedas de prensa.
Precisamente lo que parece un movimiento natural simultáneo de cabello, cabeza, hombros y caderas que brilló en la pantalla de los televisores durante la competencia de traje de baño, su entrenadora lo tomó prestado de la exMiss Universo Denisse Quiñones. Hizo que ella se lo metiera en la cabeza y lo repitiera milimétricamente.
“Fue un truco que casi no se nota, es casi imperceptible, pero funcionó”, comenta con orgullo Mori.
La nueva reina de belleza relató que hace aproximadamente un año tuvo que escoger entre mudarse a Nueva York para tomar clases de baile –disciplina que describe como su pasión– o posponerlo para entrar al concurso.
“Para lograr este sueño (de convertirse en Miss Universo) tuve que abandonar otro. Ahora tengo la oportunidad nuevamente de ir a Nueva York, pero esta vez es mucho más lo que podré hacer”, manifestó. “Por eso mi mensaje a la gente es no tener miedo de hacer lo que quieren, persigan sus sueños”.
La única condición para que no le quiten la corona y el apartamento, es firmar un contrato en el cual se compromete a dedicar los próximos 12 meses a actividades de representación del certamen. Y deberá permanecer soltera y sin hijos, según las reglas del concurso.
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