Ray Tico

Música Viva

Una grave enfermedad lo aqueja, pero lejos de sentirse mal, el eterno trovador sigue igual de alegre, tan romántico como cuando hizo lo que le dio la gana en los principales escenarios de América

Ray Tico nació en San José, creció en Limón, fue bautizado en Colombia y se ganó el público de Cuba, Puerto Rico, México, Estados Unidos y más allá, en Europa.

A sus 80 años, una enfermedad lo tiene postrado en una dolorosa convalecencia, pero lejos de quejarse él sigue igual de fuerte, risueño, enamorado y trovador, poseedor de mil historias.

Ray Tico es uno de los mejores músicos que le dio Costa Rica al mundo, ahora está delicado, al cuido de su familia.

El 25 de mayo se le hizo un homenaje en México y contra todos los consejos médicos él viajó a ese país, donde se reunió con figuras de la música mexicana. Su gran compañero, Marco Antonio Muñiz, lo acompañó en todo momento, y le dijo “Amigo del alma, pensé que ya no te vería más”.

“Conocí a Marco Antonio en Nueva York, en 1958, cuando cantábamos en el Chateau Madrid. Una vez conocimos a unas muchachas y no nos dieron pelota, así que les dimos una serenata y las conquistamos”, recuerda Ray.

Ahí también estuvo Armando Manzanero, quien ha cantado sus temas.

Enamorado como siempre, Ray tuvo otro homenaje, esta vez en el país el 19 de marzo, en el teatro Melico Salazar, junto a músicos nacionales. Ahí se presentó también su más reciente disco “Boleros”, un recuento de algunas de sus mejores canciones, entre ellas “Dialoguemos” y “Eso es imposible”.

“Dios me dio el don de componer, son inspiraciones que vienen con una fuerza celestial. Esa fuerza se canaliza en el alma, en el sentido y en el corazón; uno le da cuerpo, es como un embarazo musical”, explica Ray.

Siempre ha dicho que su canciones son sus “hijas”.

“Una de ellas se fue a Cuba, se quedó allá para siempre, se trata de ‘Romance a La Habana’, que ya ni es mía, es del pueblo cubano”, dice y respira hondo, como soñando.

Su orígenes

Ray nació en San José y sus papás se lo llevaron a Limón, a los 5 años tuvo un problema con ellos y dejó la casa. Se convirtió en un niño de la calle.

“De esa época no me acuerdo nada, no se qué pasó, sólo recuerdo que yo para sobrevivir tocaba las maracas en el muelle”.

A los 6 años, él ayudaba al barbero de Limón a barrer su barbería.

“Una vez Mr. Codles me trajo un regalo, me había tomado cariño, era una hermosa guitarra y me dijo, ‘Tome papito, toque mejor este instrumentos que da más dinero que tocar maracas’. La hija de él me enseñó solo cuatro acordes y ahí empezó mi pasión por este instrumento”.

A los 15 años, Ray decide ir en un barco tiburonero y cuando llegó a Colombia se quedó ahí.

“Toqué en varios clubes. Allí un amigo me dijo ‘Ramón Jacinto Herrera Córdoba es un nombre demasiado largo. Los gringos te dicen Ray y aquí te decimos Tico, ¿por qué no los fusionas?’, y así me quedé”.

A partir de ese momento él fue un trotamundos, que regresaba a Costa Rica por temporadas, se echaba la guitarra al hombro y se iba para Cuba. En ese país fue nombrado como unos de los creadores del “feeling cubano”. Una vez que llegó al poder Fidel Castro, Ray decidió irse a Nueva York, ahí se hizo gran amigo de Nat King Cole, con quien compartió grandes escenarios como el Chateu Madrid y el hotel Waldorf Astoria. Allí también conoció a Frank Sinatra.

“Mis amigos eran Marco Antonio Muñiz, Manzanero, Luisito Rey y Agustín Lara. Buenos tragos nos tomamos mientras dábamos serenatas”.

El romanticismo de Ray seguirá por siempre, con esas canciones que hablan del sentimiento más puro, que es el amor.