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 Nacionales Miércoles 27 de junio, 2007, San José, Costa Rica.
 

Una fecha imborrable: 28 de junio de 1975

Yorleny no olvida secuestro pero vive en paz

Durante seis días el país se conmocionó con el cautiverio de una escolar

Hugo Solano

San José.- La noche del dos de julio de 1975 sus secuestradores la liberaron al fondo de un cafetal en Barreal de Heredia. Ella esperó a que amaneciera para salir.

Llegó a una calle principal y primero vio pasar un bus que no se detuvo.

Al rato pasó un carro que paró adelante, se bajó una pareja que la observó con asombro, pero donde la niña corrió hacia ellos siguieron su camino...

Me liberaron por la presión que tenían, máxime cuando se pidió a los vecinos que buscaran casa por casa”.

Al ‘Gato Félix’ le repetiría lo que le dije hace 32 años: ‘que él vale mucho, que busque a Dios’”.

Yorleny Castro Sequeira.

Oyó la radio

Recueda que se asustó una vez, cuando escuchó en la radio el nombre de ella, pidiendo que la liberaran. Los captores le dijeron que era otra.

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Los años de cárcel que purgó cada uno de los tres secuestradores.

Yorleny Castro Sequeira, era aquella niña, la del secuestro que conmovió al país hoy hace 32 años, el 27 de junio de 1975.

Ayer atendió a periodistas de Al Día en su casa en barrio Escalante y recordó cómo aquel suceso marcó su vida.

A sus 41 años, dice que gracias a sus padres no tiene consecuencias psicológicas, pudo estudiar, trabajar y desarrollarse luego como madre y esposa.

¡Dios mío, está viva!

Yorleny fue liberada por sus secuestradores tras seis días de cautiverio.

No olvida ni los momentos de la retención ni los de su liberación, como cuando una pareja que la vio, siguió su camino.

Posiblemente, recuerda, esa pareja avisó a la policía, porque al rato, llegó una radiopatrulla.

“Cuando le dije al policía mi nombre, fue tan impactante que cayó de rodillas y dijo: ‘Dios mío, gracias porque está viva’”.

“Lo primero que me dijo fue: ‘mamita no tenga miedo. La vamos a llevar con sus papás’. Y me trasladaron a la delegación.

“Un amigo de la familia llamado Jorge, llegó a reconocerme. Nos abrazamos y él no pudo hablar de la emoción”.

Iba para a la escuela

Ese 27 de junio, el país se conmovió con la acción y quedó a expensas del desenlace.

A sus 9 años, Yorleny fue interceptada por desconocidos que la introdujeron en un carro cuando iba a las 7:30 a.m. hacia la escuela México, a escasos 200 metros de su casa, en barrio Aranjuez.

Su nombre, Yorleny, y la angustia pública por su suerte, pasó de boca en boca.

Una casa, detrás del estadio Eladio Rosabal Cordero, en Heredia, sirvió de guarida a los delincuentes que le dictaban a ella cartas dirigidas a su padre y le pedían tres millones de colones a cambio de liberarla.

Los días se la pasaba jugando cartas y juegos de mesa con un enmascarado que se encargaba de cuidarla día y noche.

Los secuestradores la consolaban diciendo que ahorita la iban a llevar a la casa, la alimentaban con galletas y jugos de frutas, enlatados.

“Yo sabía que algo pasaba, que aquello no era normal, pero me enteré de todo hasta que regresé a mi casa”.

Ahora se queda sorprendida de ver cómo Dios le dio serenidad para llevar el asunto con tanta paz.

La policía involucró entre sus captores al colombiano Luis Eduardo Atertúa, a Félix María Araya, “Gato Félix”, y a Luis Roberto Sandí, el “Macho Rapso”.

Aunque tres personas, estuvieron en la cárcel durante 8 años por este delito, la policía también sospechó de un colombiano de apellido Báez y de una mujer de apellido Morales a quienes no se les pudo comprobar su participación.

Llegar a mi casa...

“Cuando vi mi casa llena de luces, policías, prensa y patrullas me puse a llorar y llorar”, recuerda.

Luego vinieron las entrevistas con los detectives y medios de prensa como La Nación, Excelsior, La Hora y otros de la época.

A los pocos días el médico le recomendó a los padres que la dejaran sola para que todo volviera a la normalidad.

A estas alturas de la vida no cesa de agradecer a Dios porque, aparte del cautiverio y el dolor de su familia, nunca, dice, le hicieron ningún daño.

Hace poco, dice, una cajera de la Fischel reconoció su nombre mientras le cobraba con tarjeta.

“Me preguntó si era la misma que habían secuestrado y luego vi que los ojos se le llenaron de lágrimas. Me dijo que gracias a aquel secuestro, su padre, que hasta entonces había sido muy distante, comenzó a abrazarla”.

“Para mis padres el dolor fue tremendo”

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Ayer a las 11:15 a.m. recorrió con su hijo David la vía donde la secuestraron.
Herbert Arley

Don Carlos Castro Benavides, padre de Yorleny falleció hace 21 años. Su madre Omira Sequeira aún vive y tiene 75 años. Según Yorleny, en la mente de sus ocho hermanos y de su madre el recuerdo del suceso sigue latente.

“Para mis padres el dolor fue más tremendo que para mí, por la incertidumbre de no saber cómo estaba yo y qué pasaba conmigo.

“Mi mamá dice que en esos días, debido al dolor y a los sentimientos encontrados, llegó un momento donde la imagen mía se le borró de la mente.

“La consolaba mucho el esfuerzo de las autoridades y el gran apoyo del pueblo que no dejó de escribirle cartas. “Hasta los mismos bancos le ofrecieron a mi familia posibilidades de prestar el dinero, sin embargo, nunca se pagó ningún rescate, pese a que luego bajaron el monto”.

Un día después del secuestro Yorleni fue con sus padres al balcón de la antigua Radio Monumental para agradecer a miles de ciudadanos la solidaridad.

Una vez que pasó el rapto, Yorleny volvió a la escuela México donde terminó la primaria, siguió la secundaria en el colegio Madre del Divino Pastor en Goicoechea y estudió secretariado en la American Business.

“El ‘Gato Félix’ fue mi ángel custodio”

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“Tiempo después supe que el hombre que me custodiaba era el ‘Gato Félix’, hoy reconozco que fue un ángel para mí”, dice Yorleny Castro.

Dios lo usó para que nadie me hiciera daño y hoy en día no guardo rencor por ninguno de ellos. Los he perdonado a todos. Ellos andaban enmascarados, sin embargo, una vez pude verle los ojos y una cicatriz en la cara al que me cuidaba. Ese día se molestó. Posiblemente predijo que con esos rasgos, además de su tono de voz y estatura, podría vincularlo al secuestro en una declaración.

El día que me liberaron dijeron que mi padre me recogería en la universidad. Sin embargo me envolvieron en una cobija y me dejaron en un cafetal.

Cuando todo pasó, recuerdo que el presidente Daniel Oduber vino a mi casa y compartió con mis padres aquella alegría”.

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Ayer Yorleny repasaba en su casa en barrio Escalante una crónica sobre la captura de los plagiadores.
Herbert Arley

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Yorleny manifestó que al percatarse de la magnitud del secuestro lloró desconsoladamente.
Archivo

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En La Nación del 3 de julio se consignó el fin del primer secuestro extorsivo en el país.
Archivo

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Por ser una niña que aún jugaba con muñecas, no tuvo noción inmediata del rapto sufrido.
Archivo

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Llenos de desconsuelo y angustia, los padres veían pasar los días sin resultados.
Archivo

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Doña Omira Sequeira y su hija Yorleny, el día de su llegada.
Archivo

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