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 Nacionales Domingo 18 de marzo, 2007, San José, Costa Rica.
 

Paraíso caribeño

Donde el tiempo se detiene es Tortuguero

Solo se puede llegar en bote a ese rincón del Caribe tan apacible y lleno de vida a la vez

Antonio ALFARO

Tortuguero, Limón. - El tiempo se detiene en Tortuguero.

No pasa, descansa, se acuesta en los canales, apacible, cálido, rodeado de verdor, con densa vegetación, el bosque tropical lluvioso, la flora y fauna más variada de nuestro país, según dicen los libros de texto, que difícilmente podrían describir la sensación de estar ahí, viendo la vida pasar justo en frente de las Lagunas de Tortuguero, ese enorme canal.

“Aquí los días deben ser eternos”, comenta con evidente placer un turista español, cerveza en mano, recostado sobre la ventana del bar La Culebra, construido al borde del agua, justo a la orilla del río Tortuguero. El local, todo de madera, tiene una puerta que da al río, con una grada apenas por encima del agua, por donde ingresan quienes llegan en lancha.

Solo el paso de los botes nos recuerda que el tiempo en realidad no se detuvo en aquel rincón del Caribe, con su particular ritmo, tan lejano al congestionamiento vial de las ciudades.

Al frente asoman los canales, que serpentean entre la selva, deleite de los turistas, en su mayoría foráneos. “El 95 por ciento de los que van a Tortuguero pueden ser extranjeros”, estimó Yuri, el guía turístico de la excursión en la que tomamos parte 17 personas, una familia de cinco chilenos con una tica, dos españoles, tres damas portuguesas, una pareja de ingleses, una estadounidense con su pequeño hijo, un matrimonio de costarricenses y este mortal.

Habíamos llegado en bote, como llegan todos los visitantes, los pobladores, el arroz, los frijoles... sin más caminos que ríos, nosotros por el Parísmina y luego por el canal de Tortuguero, un recorrido de hora y media desde que la buseta llegó a su límite, en el embarcadero Caño Blanco.

Una vez en Tortuguero, hay que olvidarse del mundo. Los periódicos llegan a las 5 p.m., según me dijeron, y ni los mejores hoteles suelen ofrecer televisor en sus habitaciones.

¡¿Para qué tele’?! Quizás para ver el juego Real Madrid-Bayern Munich, por la Liga de Campeones, un juego que, fiebre del fútbol y sin haberme despojado del todo de mi habitual labor como periodista deportivo, me senté a ver por unos minutos en un rancho del hotel, con el único televisor que había visto. No tardé, sin embargo, en abandonarlo, llegada la hora del primer recorrido por los canales.

En cinco minutos, el bote se había internado en aguas turbias, verdes, por momentos brillantes, según el reflejo de sol, espejos que reflejan, casi a la perfección, los lirios de agua, los arbustos y hasta los grandes árboles que se estiran en la vereda.

De pronto, el guía pide que se apague el motor del bote... Ha visto algún animal, ¡una nutria! recibiendo sol sobre un tronco tendido. Despacio nos acercamos, y ella se dejó ver como lo harían luego las tortugas de río, los pequeños caimanes, un cocodrilo, las aves acuáticas, la garza tigre que, de repente, alzó para recordarnos que el tiempo no se había detenido...

Vida salvaje

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Acuática

Esta aninga, conocida como “cuello de culebra”, de pronto se sumerge y “desaparece”.

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Una siesta

Nada mejor que una siesta a la orilla de un canal, como bien sabe este cocodrilo.

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Inmóvil

A nuestro acercamiento, esta tortuga negra de río se quedó estática, sin mover ni una pata.

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En el espejo

Una de las tantas aves acuáticas de la zona, busca su alimento... ¿o se mira en el espejo?

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Nutrida

Tendida sobre un tronco, una gran nutria se dejó ver. No siempre se tiene esa suerte.

¿Quiere ir?

¿Cómo llegar?: Los mejores hoteles de la zona ofrecen transporte: bus desde San José hasta Caño Blanco y de ahí en bote (aproximadamente hora y media) por el Parismina y el canal de Tortuguero.

Otra opción: Si quiere ir por su cuenta, debe llegar a Cariari de Pococí. Ahí tome el bus hacia Pavona (salen a las 12 m.d., 3:30 p.m. y 5 p.m.) . En Pavona, encontrará transporte público (panga) por el río Suerte hasta Tortuguero (¢1.500).

Costos: En esta época, un paquete de tres días y dos noches, con transporte y las tres comidas incluidas, además de dos o más recorridos por los canales, el pueblo y senderos puede costarle entre $138 y $195 (entre ¢74 y ¢105 mil)

Hoteles: Algunos de los más conocidos son Laguna Lodge, Pachira Lodge, Jungle Lodge, Turtle Lodge y Mawamba Lodge. Están fuera del pueblo. En la comunidad también puede encontrar hospedaje a $15 (¢8 mil).

Época: De clima lluvioso, los meses más secos son febrero, abril y noviembre. Sin embargo, hay temporada alta entre julio y octubre, época del desove de la tortuga verde.

Un pueblo que vive de turistas y tortugas

¿Qué quieren ser cuándo sean grande?, debí preguntar a aquellos niños y niñas que corrían sin parar de regreso a clases, apenas escucharon el timbre que da por finalizado el recreo.

Yo también debí salir en carrera, literalmente, con los minutos contados para no perder el bote de regreso a Caño Blanco, sin tiempo para aguardar el siguiente recreo y hacerle la misma pregunta a uno y otro. Imagino muchas y variadas respuestas, aunque la mayoría, cuando sean grandes, vivirán del turismo y las tortugas que año a año llegan a Tortuguero.

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La mayoría de niños van a la escuela y al colegio, para incorporarse luego a actividades de la zona.
Antonio Alfaro

Una vez superada la escuela y el colegio, algunos trabajarán en hoteles, como mucamas, recepcionistas, cocineros... otros serán boteros, habrá rastreadores de tortugas, también guías turísticos. Algunos seguirán en la pulpería de sus padres o quizás pongan la propia, a lo mejor unas cabinas, una soda, un bar...

Algunos tal vez salgan del pueblo a seguir sus estudios o buscar trabajo más allá de los canales, pero “la mayoría cuando termina el colegio se dedica a actividades de la zona”, según nos cuenta Enrique Obando, quien trabaja en una tienda de artesanías.

“Aquí, se podría decir que el cien por ciento de la gente vive del turismo”.

Son cerca de 200 familias las que componen Tortuguero, ese pueblo asentado en una pequeña franja de tierra de unos 300 metros en medio del mar Caribe y el que parece ser el canal más grande, llamado Lagunas del Tortuguero. “En realidad es un río”, me contó un guía.

Por él llegan los visitantes, unas 125 mil personas por año, según Enrique Obando, quien integra la asociación de Rastreadores, un grupo de lugareños organizados para proteger a las tortugas, sus huevos y crías y al mismo tiempo garantizar que los turistas disfruten del desove.

“Dios guarde no lo hiciéramos. De eso vivimos”.

La temporada se inicia el 1 de julio y se extiende hasta octubre, pero Tortuguero tiene mucho que enseñar todo el año, con los canales, las garzas, caimanes, monos...

Es por eso un sitio privilegiado, con dos temporadas altas por año, el verano y la época de tortugas.

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Son los botes el medio de transporte de visitantes y lugareños. En Tortuguero, usted no encontrará un auto.
Antonio Alfaro

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A falta de lancha, dos mujeres reman en su panga, de regreso a casa. A la orilla del río conocido como Lagunas del Tortuguero, se extiende la vida: el Parque Nacional, el pueblo, los hoteles.
Antonio Alfaro

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Hay algún animal en la orilla y el bote con turistas se acerca silenciosamente con el motor apagado.
Antonio Alfaro

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