Desde mi espejo

Cargas sin control

El dueño de un vehículo de carga me comentó que, hace algún tiempo, instalaron dos estaciones para pesar las cargas de los grandes camiones provenientes del exterior: una en Puntarenas y otra en El Alto de Ochomogo.

Aparentemente, funcionaron durante un lapso, pero después quedaron abandonadas.

Me explicaba ese señor que un camión cuya carga delantera sea de 12. 000 libras, puede llegar a pesar hasta 80.000 libras en su totalidad. Y usted y yo sabemos que nuestras carreteras no están hechas con materiales para soportar semejante peso sin sufrir hundimientos y rajaduras.

Incluso, muchos pueblos por donde pasan esos transportes, para ahorrarse algunos kilómetros de su ruta, terminan con sus calles en estado deplorable.

Me pregunto: ¿A cuál institución le corresponde tomar cartas en este asunto? Porque creo que si esta situación no se controla, nuestros sufridos caminos y carreteras no aguantarán más remiendos y van a transformarse en trechos de huecos y hendiduras con uno que otro pedacito de carretera, semejantes a aquellas colchas confeccionadas con retazos de diversas telas.

Y vuelvo a preguntar: Si las pesas para controlar las cargas están en desuso, y nadie se hace responsable, ¿quién le pone el cascabel al gato?