Rincón arbitral

Jugando con gorrito de niño en la cabeza

Cuando comencé a observar la final de CONCACAF entre Pachuca y Chivas mi desilusión fue máxima al observar al jugador Adolfo “Bofo” Bautista, de Guadalajara, con un gorrito de niño en su cabeza. Inmediatamente sentí como si no hubiese árbitro en el terreno de juego.

Sin embargo, el silbatero era nada más y nada menos que el mundialista Benito Armando Archundia. Pero me decepcionó y mejor cambié de canal para ver una película.

Cuando por casualidad converso con mi amigo Milton Montenegro, del

Periódico Al Día, éste me reclama que por qué no mencioné la jugada del penal en la definición por esta vía que se dio entre Pachuca y Chivas.

Milton me comentó que el guardameta Miguel Calero, del Pachuca, jugando en su propio estadio, detuvo un lanzamiento pero adelantándose evidentemente antes del tiro. Fue entonces cuando el asistente levantó su bandera y el árbitro Archundia no dudó en acatar su señalamiento. Ante los reclamos del guardameta ordena que el tiro se repita.

En esto la regla es clara, porque es función del asistente y no del árbitro central fiscalizar que el portero no se adelante antes del cobro de penal.

Si bien es cierto dejaron jugar a Bautista como un chiquito de kinder, pero al menos sí tuvieron la entereza de repetir ese penal que pudo perfectamente definir quien iba un campeonato mundial de clubes. En hora buena que aún a cuenta gotas en algunos momentos los árbitros se deciden y aplican el reglamento como tiene que ser.

En lo que respecta a nuestro campeonato es más lo positivo que lo negativo. Ojalán siga mejorando.