San José Costa Rica. Edición del 06/mayo/2007. Ir a Al Día
 

Gustavo Cerati, Roquero

Nada personal

Disfrutar de sus hijos, de la vida sana, haber dejado el cigarrillo y los excesos, le dieron al ídolo del rock en español una vida plena que refleja en el escenario

Gabriela Solano

Barracas, Buenos Aires, Argentina. Era el año 1959, el 11 de agosto para ser más exactos. Fue ese día que vino al mundo el primogénito de tres hermanos de una familia de clase media. Su nombre: Gustavo Adrián Cerati Clark.

“Nunca estoy excelentemente dispuesto a hablar, porque en general terminas diciendo siempre la misma pavada en todos lados y eso no tiene mucho sentido”

“Con los años se aflojan los tensores del cuerpo pero también los de la personalidad”

Su destino estaba trazado. Su karma y su recompensa serían el mismo para él: la música, la cual lo hizo brillar desde los inicios del 82, cuando engendró a Soda Stereo.

Sin saberlo, Gustavo comenzó su peregrinaje por el escenario desde los 9 años. La guitarra fue su primer amor, a los 12 ya era líder de un trío que tocaba en fiestas.

Lo impensable sin duda es que aquel niño convertido en director del coro de la iglesia sería el mismo que daría vida a “Canción Animal”.

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El joven Cerati se nutrió de fuertes acordes de la época. David Bowie y Jimmy Page (Led Zeppelin) sonaban en su cabeza mientras sus manos hacían lo suyo.

Al principio Gustavo, el único varón de su familia, deseaba convertirse en publicista y eso estudió en la Universidad de El Salvador.

Pero sería en ese sitio que conocería a su primer cómplice: Héctor “Zeta” Bosio. Conocer a Charly Alberti se lo debe a su hermana, a quien conquistaba quien en el futuro sería batero de Soda Stereo.

El año 85 fue crucial en su vida. Con la consagración de Soda también llegaría una montaña rusa de emociones y excesos para Gustavo, y con ellos combatiría.

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Durante años vivió un descontrol controlado. Eso sí, mostrarse como un artista torturado no era lo que deseaba y por eso se guardaba todo en su interior.

“No me interesó mostrar esa faceta. Nunca creí que la obra estuviera ahí. Pero debo confesar que yo llegué a tirar un bidet desde un hotel”, reveló el artista en una entrevista publicada en Rolling Stone.

Aquella consigna de “Sexo, drogas y rock and roll” era la suya propia.

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La cocaína era su aliada en las interminables horas en el escenario, las giras –odiando volar– y el estudio. El alcohol estuvo muy presente –recuerda él– durante la difícil gestación de “Signos”, la cual lo llevó al hospital. Ese sería el primero de varios avisos.

En una noche se escribieron todas las letras del disco. Esto horas antes de que subieran al escenario.

La rotunda crisis fue a inicios del 2006, cuando sufrió una tromboflebitis. Desde entonces se despidió de su enemigo, el cigarrillo.

Ese sin duda es uno de los dos golpes aterrizadores en su vida de “rock star”.

El otro fue la muerte de su padre en el 92, hecho que le hizo concluir la canción “La Medicina”.

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Con la pérdida apareció el miedo y se fue el sueño inmortal, el pensar que lo tendría todo por siempre se esfumó porque la muerte ronda al vivo.

“Ahora me cuido a mí, no a lo que piensen de mí”, pregona y cumple Cerati.

El cristal con el que mira al mundo es otro. Su familia y él son su prioridad, no es que antes no lo fueran, pero ahora lo son más.

Disfrutar de sus hijos, Lisa y Benito, es un placer.

Pasear por Nueva York, ir a la playa o bien salir de compras son momentos invaluables para el roquero, quien hoy deja salir con facilidad su buen humor.

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“Soy mas payaso de lo que parezco”, le dijo él a Rolling Stone, revelando algo difícil de creer: “Me dicen Torpeman, porque soy capaz de tirar al piso una mesa servida”.

A sus 47 años, casi 48, encima, es consciente de que el cuerpo ni el aguante es el mismo. Se vuelve necesario llevar una mejor calidad de vida o por lo menos intentarlo. Por eso es habitual verlo en restaurantes de comida sana, dicen quienes lo conocen.

Pero ¿qué hay del amor en la vida de Cerati?

Por ahora ¡bien gracias! Se dice que su atención la mantiene fijada en la veinteañera Sofía Medrano.

Él lo tiene claro, estará con la mujer que pueda sobrellevar su título de artista. Sigue con la manía de encerrarse en su mundo cuando de escribir se trata. Sin embargo mantiene los oídos abiertos, por eso escuchó al grupo Miranda, el cual se ganó su atención.

Cerati es un sobreviviente en todo campo. Hoy sabe que su vida seguirá íntimamente ligada al escenario, no podría ser de otra manera y no quiere que sea diferente. Ya no podría aunque quisiera, porque él es un verdadero héroe del rock en español, al que Tiquicia disfrutará de nuevo en todo su esplendor el próximo martes.

Soda es casi un hecho

Hay regreso

Al cumplirse una década de su último “Gracias totales” el regreso de Soda Stereo es casi un hecho. Lo que antes fueron rumores ya es una promesa de su líder.

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“Ahora existen propuestas concretas”, afirmó Cerati semanas atrás, dando así por terminada la larga espera que comenzó en el 97.

Era él quien tenía la última palabra y la dio.

El hastío que puso fin a su sociedad parece haber terminado. Ahora el guitarrista no tiene la presión de la composición para la gran masa; una labor en la que ha admitido haberse sentido solo.

“Me sentía como en una prisión artística y laboral”, afirma Cerati, quien para alegría de sus fanáticos encontró la llave y ahora puede recorrer aquel paraje sin sentir vértigo, mientras que sus seguidores se escalofrían ante el mágico momento.

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Soda Stereo
Se presentó en Tiquicia el 6 de febrero del 96. El Parque abrió para el grupo, en el Estadio Nacional.