Desde mi espejo
¿Hasta cuándo? Haydée de Lev
Un grafiti en la pared de una casa, unos quince metros al este de la entrada del Parque Bolívar, me hizo sentir que en Costa Rica el antisemitismo también crece como la mala hierba.
El grafiti en cuestión dice textualmente: “TLC > Sión. Hitler tenía razón”; y un poco más abajo, un retrato del abominable asesino de millones de seres humanos.
A los judíos se nos ha culpado y asesinado desde tiempos inmemoriales por todos los males de la humanidad, pese a los incontables aportes dados al mundo en todos los órdenes de la vida.
Me pregunto: ¿qué tienen que ver Sión y los judíos con el TLC? ¿O será que hay que inventar una nueva causa para el odio, y culpar, otra vez, al eterno chivo expiatorio? ¿Acaso no fueron las palabras de Jesús “amaos los unos a los otros”?
Jesús nació, vivió y murió siendo judío, religioso y practicante, pero el antisemitismo persiste porque también en el país – donde nacimos o adoptamos por elección– hay ignorantes racistas que nos odian sin saber cuál es la diferencia entre nacionalidad y religión.
Pero, en todo caso, como dijo Pablo Nudel: “No acepto la tolerancia: valoro el respeto por las diferencias”. Porque aportamos los mejores años de nuestra vida al desarrollo de la patria haciendo el bien a la sociedad, somos tan costarricenses como el que más, y nos negamos al racismo y a la discriminación.
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