Testigo de cambios

¡Vamos al cementerio!

Bijagua de Upala está situada en un hermoso valle. Para llegar, ayer como hoy, se usa la ruta Cañas - Corobicí, el antiguo camino de mulas que recorre la orilla de la enorme hacienda Tenorio.

Del cementerio indígena en Upala, nos contó Johel Vargas. Aun cuando el camino era apenas transitable, desde el centro de Bijagua ya no pudimos seguir en el vehículo, pues quedó “hasta el hacha”, como decíamos antes, en un tremendo barrial.

Llegar al cementerio fue una alegría de burro: había sido saqueado. Nos animó que el amigo del amigo de mi amigo nos estaba esperando en su casa, con una deliciosa gallina “arreglada”, pero los arreglados fuimos nosotros, por cuanto no había un alma en la casa, y, para engañar la tripa, tuvimos que comer naranjas.

En una casa cercana, nos dijeron que al otro lado del río quedaba una pulpería. La había, pero más pelada que modelo de pasarela. Compramos la única lata de atún que quedaba en los estantes, y así iniciamos el camino de regreso.

Bijagua hoy es un pueblo grande, a la vera de la carretera que conduce a Upala; tiene templo católico, plaza de deportes y varios negocios, entre ellos un albergue administrado por un grupo comunitario, que, además de las cabinas y el restaurante de “Rigo”, ofrece giras desde las faldas del Tenorio hasta el hermosísimo río Celeste.

Ahí se efectúa un desfile de “bueyeros” ( los campesinos los llamamos de este modo y no boyeros), con un personaje fuera de serie: “Quico Carretero”. Ah, y hacen un “rally” de carretas por unos caminos que ayúdennos a decir barriales.