Así es la vida

Cuando llueve en Tiquicia todos se mojan

Esta ha sido una semana de lluvias en Tiquicia.

La lluvia es un regalo maravilloso que hace que la naturaleza reverdezca y que se llene de vida la tierra. Estamos de acuerdo con sus bondades…pero cómo jode.

Primero porque por estas tierras no llueve, diluvia. El cielo se desgaja de una manera que asustaría al mismísimo Noé.

Inundaciones aparte, hay cosas verdaderamente molestas de la lluvia.

En primer lugar las presas. No sé por qué, pero si ya los ticos somos un verdadero caso para conducir, con la lluvia nos ponemos más brutos que de costumbre.

Por otra parte, ¿ha calculado usted cuántos paraguas pierde por invierno?

Entre los paraguas que deja uno olvidados en un restaurante o en la oficina, más los que uno presta y jamás regresan, se convierte en una verdadera renta.

Y a esta lista podemos agregar varias cosas más que incomodan de la lluvia, como tener que ver partidos de fútbol jugados en verdaderos barriales, visitar la farmacia cada tres días y ni hablar de los pies mojados. Si hay algo incómodo en esta vida es andar con los pies mojados.

Pero de cualquier manera, gracias a Dios que tenemos lluvia. Es más, permítame hacerle una sugerencia. Un día de estos, salga a la lluvia sin paraguas, sin capas, sin prejuicios y disfrútela. Abra sus brazos y levante la cara para sentirla en toda su dimensión. Y, de paso, péguese un par de saltos en los charcos. Verá lo liberador que puede ser y le traerá muchos recuerdos. Eso sí, hágalo cuando no haya “rayería” porque podría quedar como “gato de fábula”. ¡Felices temporales!