Bombazo en tele

“Bailando por un Sueño” se convirtió de la noche a la mañana en un fenómeno de la televisión tica. Hoy es la final y las expectativas están al tope

No basta con tener una gran receta, la clave del buen sabor radica en el cariño con que se prepara el plato y el toque personal del cocinero. Algo similar podríamos decir de “Bailando por un Sueño”, que hoy llega a su capítulo final y promete un espectáculo para recordar.

El que Teletica comprara los derechos del formato original de Televisa fue solo el inicio. El programa ya había sido un éxito en México, Argentina, España y otros países, pero eso no aseguraba que la cosa caminaría aquí.

El primer paso fue escoger un buen horario. Los sábados en la noche, si no había fútbol, no pasaba nada extraordinario en la tele de este país. Segundo, crear una infraestructura necesaria para que soportara el programa, donde el set Marco Picado fue ideal. A esto añadimos la buena colocación de cámaras, un uso certero de la cámara en el brazo mecánico, lo que nos hace ver el escenario a lo ancho y a lo largo.

Además de un equipo humano donde se incluyen productores, realizadores, camarógrafos, asistentes, maquilladoras, vestuaristas, etc.

Luego venían los animadores. Era lógica la inclusión del “4X4” de canal 7, o sea Édgar Silva, quien al principio tuvo dificultad para encontrar el tono del programa, ya que era distinto a “Buen Día” y “El Chinamo”. Algo similar le pasó a Nancy Dobles, quien pensó que estaba en “ATD”. Pero con el paso de los programas le encontraron “la comba al palo” y el dúo funcionó.

En pares

Armar parejas de soñadores y famosos no era nada fácil. Aquí se usaron como parámetros la popularidad, el carisma, el ingenio y, sobre todo, el azar. Algunos nunca se acoplaron como parejas, otros se unieron más de lo debido.

Pero todo esto es parte de las cartas del juego. Lo anterior se complementa con el aporte de los coreógrafos, donde hubo constantes ires y venires. Y la orquesta que, semana a semana, demostró solidez en las interpretaciones.

Los jueces eran fundamentales. Al principio les faltaba aceite y “rechinaban” mucho, pero cada uno fue adoptando su personaje. Maripili nos demostró que era algo más que la archienemiga de Loli en “San Buenaventura”. Martín, un desconocido para el gran público, se convirtió en el viejillo pícaro y bondadoso con sus calificaciones. Rolando fue el “profe” bravo que se volvió buena gente, con su famosa expresión de “Rrrico”. Flor es sin duda la “niña mala”, la más estricta, brava y regañona; es más fácil “pellizcar un vidrio” que sacarle un 10. Sabrina confirmó que sabía bastante de baile, pero lo mejor fue que aprendió más español.

El programa empezó con bombos y platillos. Un altísimo “rating” marcó un buen banderazo de salida. Canal 7 dio una “sobrecobertura” al asunto: Desayunábamos, almorzábamos, tomábamos café y cenábamos con “Bailando por un Sueño”. Incluso durante el resumen de noticias del día del referéndum apareció una nota sobre el programa. Quizás fue exagerado, pero muy pronto comenzó a dar resultados.

Bares y restaurantes colgaban carteles de “Sábado: Partido y Bailando por un Sueño, en pantalla gigante”.

Los periódicos dedicaban páginas al asunto y los programas de radio hablaban con los competidores; hasta sacaron chistes.

El colmo fue que hasta el presidente del Tribunal Supremo de Elecciones utilizó el programa como vitrina. No se conformó con los comerciales, apareció en el set y emitió un discurso.

Nos guste o no, pase lo que pase hoy, “Bailando por un Sueño” fue todo un éxito y se convirtió en un referente para los programas de su género que están por venir.