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 Nacionales Domingo 28 de octubre, 2007, San José, Costa Rica.
   

CNE cerró el miércoles los albergues temporales en Guanacaste

Víctimas del Tempisque se enfrentan a un duro regreso

Todavía los pozos están contaminados y faltan alimentos para los damnificados

Esteban Rojas Sáurez

Filadelfia.- Tenía razón David Ugalde cuando me dijo que “el regreso es más triste que cuando uno se va de la casa”. Él me contó que salió de su hogar en Bambú 2, Filadelfia, con el agua a la cintura y nueve días después, lo vi llegar a su humilde vivienda junto a su esposa y tres hijos.

En ese lugar no quedaba mucho, la cama se torció y el ropero se echó a perder. Es increíble ver que en unas horas el esfuerzo de toda una vida se lo lleva el agua.

Las condiciones sanitarias de estas casas, me hacen preguntar: ¿Cómo cierran los albergues si en estas condiciones los afectados no pueden volver?

Malos olores, barro y zancudos son parte de los inconvenientes que las familias damnificadas de Filadelfia enfrentan.

Converso con Daniel y no puedo dejar de mirar a sus vecinos, que buscan ordenar lo poco que les perdonó el Tempisque para volver a empezar en sus casas de piso de tierra y que el río convirtió en barriales.

“Venga a ver aquí”, me invita Brenda Velásquez, “todo quedó destruido”. En brazos sostiene a la menor de sus hijas quien tiene diarrea. Ella anda buscando, entre los vecinos, un poco de leche o jugo para hidratarla.

Una carita curiosa se asoma a la conversación por un hueco de la pared de doña Brenda, “Esa es Olga mi otra hija”, me dice.

La chiquita no articula palabra, sus ojos nos dicen todo…

¢3

millones se gastaron en alimentos y combustibles en Filadelfia.

¢60

millones invirtió la CNE en el alquiler de maquinaria en Carrillo.

Es duro ver a familias completas regresar a hogares sin agua potable y en condiciones sanitarias deplorables.

Algunos llegan a Bambú con espumas y alimentos bajo el brazo, pero sólo les alcanzara para comer unos pocos días.

“Tenemos que ver qué hacemos, el río se llevó la comida que teníamos, pero gracias a Dios la gente de la Comisión de Emergencias nos brindó ayuda”, me dice con esperanza Daniel.

El barro es el rey

Dejo el Bambú y me dirijo a La Guinea, un caserío un poco más adentro en Filadelfia.

De camino paso a saludar a Daniel Hernández, quien hace una semana tenía su cama subida en blocks para que no se le mojara.

Al verme dice: “Hombre, el de arriba aprieta, pero no ahorca”.

Él recordó que, el miércoles antepasado, Alexander (fotógrafo) y yo llegamos a su casa con el agua al ombligo, para conocer cómo estaba haciendo con la llena.

“Ahora sí les puedo ofrecer café”, nos dice al abrirnos la puerta de su hogar, olvida su inmensa necesidad y más bien piensa en darnos algo de lo poco que tiene.

Hernández cuenta que conversó esta semana con el alcalde de Filadelfia, Carlos Cantillo y le dijo que están valorando terrenos para poder reubicarlos.

Él sostiene que si esas casas se hubieran construido en alto, se hubieran ahorrado muchos problemas y angustias.

A resguardo

Cuando llegué este miércoles a La Guinea, 110 personas todavía permanecían albergadas en la escuela, el panorama está mejor que en el Bambú, donde las familias regresaron a casas llenas de barro y con riesgo de enfermar.

Ángela Gómez, vecina de La Guinea, me cuenta afligida que no tienen agua potable. “Vamos a tener que ir a batir barro a la casa, a ver qué podemos hacer”.

Ellos tienen 15 días de estar albergados en la escuela local.

Estoy saliendo de la zona afectada por el desbordamiento del Tempisque, atrás queda la inmensa necesidad de los damnificados y a mi mente vuelve nítida la mirada suplicante de Olga.

La niña no dijo palabra, pero la situación precaria de su familia y vecinos pide solidaridad y ayuda a gritos.

Espero regresar el próximo invierno a Guanacaste y hallar a estas familias tranquilas en su casas, porque la furia del río Tempisque los perdonó.

“Esto es un completo desastre”

Foto Flotante: 1774911
El barro hizo locuras en las casas.
Alexander Otárola

Como un “desastre”, describió Carmen Alemán el estado en que quedó su casa en La Guinea, después de la inundación provocada por la furia de las aguas del río Tempisque, luego de varios días de temporal.

“A mí no me dio tiempo de subir las cosas, todo quedó lleno de barro, no se cómo voy a limpiar los sillones”, comentó dolida.

El lodo en esta casa tenía un espesor de cinco centímetros y este no es el principal problema que tienen, la situación se complica por la falta de alimentos.

“En el albergue apenas había comida y para los niños no había leche y algunas mamás les daban chupones de café”, comentó Alemán.

En Carrillo, las personas continúan muy preocupadas, porque a pesar de que la fuerza de los aguaceros bajó, sigue lloviendo en forma aislada.

“Esperamos que no se llene otra vez”, dijo Alemán.

Una alarma muy particular

Foto Flotante: 1774871
Esta es la alarma de La Guinea.
Ale xander Otárola

Tienen 40 años de alertar a los pobladores de La Guinea sobre las crecidas del Tempisque, Alberto Duarte, de 67 años, es el encargado de sonar el caracol para que todos los vecinos busquen poner a salvo sus pertenencias.

Escuche a don Beto. Audio: Esteban Rojas

Cuando don Beto suena el caracol todo el pueblo se mueve.

“Mientras yo trabaje para la Comisión, voy a alertar a todos pero después lo guardo”.

Don Beto, como lo conocen en La Guinea, tiene siete hijos y siete nietos y asegura que todos los años el Tempisque “se sale e inunda todas las casas, por eso es que tengo la alarma siempre a mano”.

Evitar las epidemias

Foto Flotante: 1774913
Se fueron con una ración de alimento.
Alexander Otárola

Los funcionarios del Ministerio de Agricultura y de la Asociación Humanitaria para la Protección Animal recorrieron las zonas afectadas por las inundaciones para vacunar, desparasitar y llevar raciones de alimentos a los animales domésticos. En dos días vacunaron más de 700 animales. El doctor José Luis Hernández, encargado de la inmunización, explicó que también se revisaron los animales de las granjas.

“La idea con esto es que no se propaguen enfermedades, porque con esta gran cantidad de agua, es más fácil que se den epidemias”, comentó Hernández.

Los trabajos se realizaron en Santa Cruz y en Carrillo, los lugares más afectados por las inundaciones en la provincia de Guanacaste.

“La ayuda no es pareja”

Foto Flotante: 1774865
Protestaron por la falta de ayuda.
Alexander Otárola

Algunos vecinos de Cuajiniquil de La Cruz en Guanacaste, que también se vieron afectados por las inundaciones, denunciaron que las ayudas de la Comisión “no son para todos”.

Victoria Lara, vecina del lugar, aseguró que “todos necesitan las ayudas, pero solo se dan a unos pocos”. La CNE le dio víveres primero a las personas que se les inundó su vivienda y luego al resto de los afectados por las “llenas”.

“La gente aquí vive del mar, de lo que puedan vender, pero nadie tiene plata para comprar. Las personas de Cuajiniquil también necesitan comer”, afirmó Lara.

Foto: 1774866
Después de nueve días, Daniel Ugalde y su familia regresaron este miércoles a su casa en El Bambú 2 Filadelfia, a ver qué les dejó el Tempisque.
Alexander Otárola

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Los funcionarios de la Municipalidad de Filadelfia y del MOPT trabajan reparando el dique falseado.
Alexander Otárola

Foto: 1774914
Yanet Hernández disfrutaba, este miércoles, el almuerzo en su casa después de las llenas en Bambú 2.
Alexander Otárola

Foto: 1774870
Muchas familias en Filadelfia perdieron lo poco que tenían por la fuerza del agua del Tempisque.
Alexander Otárola

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