Zeneida Fernández, abuela de los menores

Nicole y André “siguen viviendo en mi corazón”

Hace un año, las llamas provocaron la muerte de los hermanitos González Umaña, de 13 y 5 años, en la bomba Shell de Escazú

Zeneida Fernández toma los fósforos con sus manos de abuela y prende una vela por sus nietos en el altar que hizo hace un año, cuando murieron Nicole y André González Umaña, de 13 y 5 años, en la explosión de la bomba Shell de Escazú. El altar permanece intacto. Es un lugar sagrado.

Allí, en esa pequeña sala, en la pared tiene colgada la foto de sus nietos y de su esposo. Todos los domingos, con una devoción admirable, les paga una misa y reza fervientemente.

“Ellos siguen viviendo en mi corazón”, me dice con una voz tranquila, pero que, a veces, se quiebra cuando su cabeza se llena de imágenes y recuerdos.

“Ha sido un año muy duro para toda la familia. En especial para mi hijo (padre de Nicole y André), pero con la ayuda de Dios estamos saliendo adelante”, dice mientras se limpia las manos en el delantal que lleva puesto.

Ella nos abrió la puerta de su casa y también la de su alma. “Cuando pasó la tragedia le preguntaba a Dios por qué se los había llevado, ahora entiendo que se hizo su voluntad y no nos queda más que aceptarla”, afirma mientras vuelve a ver al cielo.

Este domingo, como lo ha hecho desde hace un año, estará en la pequeña hermita de El Carmen, en San Antonio de Escazú, tratando de encontrar en su fe el consuelo que necesita su corazón. “Tengo dos nietas y un nieto que me han ayudado mucho, me distraen por momentos. Y también la pulpería donde converso con la gente, pero lo que pasó nunca lo podré olvidar”, explica la abuela de Nicole y André.

Hay dolor

Cuando abrí una de las latas que tapa la estación de servicio Shell, en Escazú, donde hace un año perdieron la vida los hermanitos Nicole y André, me di cuenta que el zinc apenas pueden disfrazar el dolor, en 12 meses no se borra tanto sufrimiento.

Aquella mañana, a las 8:45 a. m., una explosión acabó con la vida de ambos.

Un mal procedimiento, según los Bomberos, en el cambio de un filtro de una de las máquinas dispensadoras, provocó la mortal explosión.

A un año, todavía se ve el camino del fuego en las paredes, el rastro de las llamas en el techo y el recuerdo de la tragedia no se aleja de los vecinos de Escazú.

“Mire, esto me provoca mucho dolor, mejor venga cuando esté mi hijo”, me dijo una señora, quien vive al costado este de la estación y que presurosa cerró la puerta.

En la Shell, los indigentes encontraron su nido. Se llevaron las latas del techo y aprovechan el sitio para meterse a robar a los comercios vecinos.

El caso está en la Fiscalía y no hay una fecha exacta para el juicio, donde se sabrá quién o quiénes son los responsables.

En la memoria A las 8:45 a.m. una explosión le quitó la vida a Nicole y André González Umaña, de 13 y 5 años. Ellos se dirigían al balneario Ojo de Agua a pasar el día con su madre, Gloriana Umaña. Vecinos y amigos dejaron flores, el día después de la tragedia, encima del carro donde fallecieron los dos menores. La noticia impactó al país y a los vecinos de Escazú. En medio de un inmenso dolor, familiares y amigos, le dieron el último adiós a Nicole y André. Luego de la tragedia, el MINAE ordedó investigar a todas las bombas del país.