Amado Hidalgo
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Después de los resultados obtenidos por Hernán Medford, no hay duda: debería irse. Por bien suyo y del fútbol nacional. A Hugo Sánchez lo botaron por ganar 16 de 32 partidos, un rendimiento mucho mayor que el de la Sele. También por prometer mucho y no conseguir nada.

Don Hernán no cumplió hasta ahora con ninguna de las expectativas. Su equipo ni gana ni juega bien y tiene 11 partidos y cerca de un año sin conocer el triunfo.

Vamos a ciegas contra Granada, con el temor arraigado de que en dos juegos se acaben los sueños de ir a Sudáfrica.

A Medford le asiste como beneficio no contar con grandes jugadores, sino con una generación en el ocaso y con una cantera anémica, o muy verde. Creo que puede llegar a ser un buen seleccionador, en el futuro, con mayor estudio y, sobre todo, con la madurez que hasta ahora no demuestra para enfrentar críticas, y resolver las situaciones del juego en marcha.

Llegó con el apoyo de la mayoría, precedido por su bicampeonato en Saprissa y un tercer lugar en el Mundial de Clubes. Además, había trotado por el mundo como jugador y siempre superó los retos, al ritmo de vértigo.

Pero resultó insuficiente y sería un error no intentar un viraje. Lo peor que puede ocurrir es que caigamos al abismo sin hacer nada.

Dinero no hay. Tiempo… muy poco. Pero si esa es la excusa para no hacer el cambio, estamos listos. El resultado lógico será que terminemos sin Mundial, sin plata y con mucho tiempo para llorar sobre la tumba.

Aún queda margen para que un técnico más reflexivo, y con mayor manejo de las variantes de juego, intente el reto con un grupo de limitados jugadores, o tenga el ojo para encontrar diamantes donde solo vemos arcilla.