Beijing / DPA. - El olimpismo, supuesto paradigma de lo mejor del ser humano, vivirá a partir de hoy una durísima prueba, en la que dejará en evidencia todas sus contradicciones. Y China será el inmejorable escenario para verlas en primer plano.

Son Juegos agridulces. Récord de participantes, con 205 países y 11.128 atletas, escenarios nunca antes vistos, una apasionante lucha entre el país anfitrión y el siempre poderoso Estados Unidos. Dulce obsequio para los amantes del deporte.

Pero lo agrio está en la dictadura que gobierna China, la censura a los medios en el acceso a Internet, la paranoia y exageración con la seguridad, el smog invencible y un largo etcétera.

“Tengo la sensación de un atleta de cara a una competencia importante. Nos preparamos siete años para esto”, dijo ayer Jacques Rogge, presidente del Comité Olímpico.

Serán 17 días con los mejores deportistas del planeta en la capital de un país que enfrenta al mundo a toda su mala conciencia.

Más de 11.000 atletas compitiendo por 302 medallas en 28 disciplinas, televisadas a 222 países o territorios de todo el mundo, que seguirán los Juegos gracias a los 30.000 acreditados de los medios.

Récord tras récord antes de que se abran los Juegos en instalaciones deportivas que son las “nuevas catedrales” de la humanidad, según el dirigente Juan Antonio Samaranch.

Unos Juegos de la XXIX Olimpiada que marcarán la emergencia de China como potencia deportiva de primer orden.

“Significarán mucho para China, el mundo descubrirá lo que es capaz de hacer”, añadió Rogge, un cirujano de 66 años que está llevando a cabo la operación más riesgosa de su vida. Todo indica que China tiene todas las de ganar. Y si las cosas salen algo mal, lo pagarán la imagen del COI y el prestigio de Rogge.

Aunque el deporte sea su razón de ser, hace mucho que los Juegos Olímpicos no son “sólo” deporte. Pierre de Coubertin los rescató de la antigua Grecia en Atenas 1896, para que el hombre se sublimara por medio de la actividad física, Adolf Hitler los aprovechó en Berlín 1936 para difundir las virtudes del “hombre ario” y el “septiembre negro” de Munich 1972 los ligó para siempre a la reivindicación política, para teñirlos de sangre.

Pekín 2008 se celebrará en el corazón del país más poblado del mundo, la nueva locomotora planetaria que consume con voracidad las materias primas del Tercer Mundo, la nación en parte “culpable”, según algunos expertos, del fuerte encarecimiento de los alimentos.

China es también el país con mayor cantidad de condenas a muerte, y la organización Reporteros Sin Fronteras juró insistir en ese aspecto cada vez que pueda. Lo hizo en marzo en el encendido del fuego en Olimpia, y lo repite sin pausa: “Pena de muerte, cárceles, tortura, censura...Esos son los Juegos que se practican en China”.