Isaac Lobo
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El concierto de “Música con amor” no pudo ser bautizado de otra forma. Para que la gente aguantara el diluvio que cayó sobre Desamparados y soportar el extenso concierto, hasta la madrugada, no pudo ser otra cosa que amor por la música.
Marco Antonio Solís iluminó el escenario de la Villa Olímpica, cuando moría el sábado y empezaban los primeros minutos del domingo. El reloj marcada la medianoche y muchas señoras acostumbradas a dormir temprano luchaban contra el cansancio.
Lástima, porque el mexicano dio una presentación elegante y cargada de romance, amores y desamores, pero a las 2 a.m., cuando terminó con “Si no te hubieras ido”, había poco público en el estadio.
Salió vestido de blanco en su totalidad, como un diente de ajo, con su tradicional barba y cabello estilo “Jesucristo de las películas”, acompañado de una orquesta alegre, con tres coristas de hermosos vestidos anaranjados.
Desde la tarde una lluvia necia cayó y la gente tuvo que armarse de capas y sombrillas, casi inútiles ante el agua.
Muchas asistentes se molestaron con la organización, a la que culparon por el atraso de casi dos horas en el espectáculo.
Hubo largas filas y un verdadero caos vial en los alrededores de la Villa Olímpica.
“La gente se colaba, la seguridad ni revisó bolsos y había poca información para ingresar. Fue una desconsideración con las señoras mayores”, aseguró Karolina Sánchez, quien pese a todo, disfrutó del “show”.
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