Domingo 7 de diciembre de 2008, San José, Costa Rica
Nacionales | Segundo domingo de Adviento
Preparen el camino del Señor
  • AlDia.cr
    El Señor vendrá y nos traerá el descanso de la carga que nos doblega. Por eso, hay que prepararle el camino. Internet.

Álvaro Sáenz Zúñiga, Presbítero
redaccion@aldia.co.cr

La fe nos plantea un principio fundamental: el Señor volverá. Nosotros sabemos que Jesús vendrá a continuar la tarea truncada en la primera venida. Consolará al pueblo, creará cielos nuevos y una tierra nueva. Para esta venida tan importante, en el Antiguo Testamento se hizo una llamada al pueblo para prepararle el camino al Señor.

Al ojear el evangelio de San Marcos, los creyentes nos llenamos de serenidad. El texto nos dice: “Comienzo de la buena noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios”. Quizá muchos vean en Jesús a un castigador, a uno que impone sus criterios. Pero es más bien el que da la plenitud a la realidad humana.

Su primera venida fue en silencio, vino a destruir a nuestros enemigos, pero no lo hizo con estruendo, sino como un alfiler que se clava en un globo.

Tomará tiempo, pero el globo terminará por desinflarse. Cristo ha inaugurado ya con su primera venida la redención de la humanidad. Cuando regrese, será para tomar posesión de su reino, para someterlo al poder del Padre celestial.

El Señor vendrá y nos traerá descanso de la carga que nos doblega. Por ello hay que prepararle el camino, hay que urgir su regreso. En aquel tiempo, uno fue el comisionado para esta tarea: Juan El Bautista, el último profeta del Antiguo Testamento.

Era un personaje fuera de serie: severo, hosco, áspero, huraño. Su ropa era muy austera: una piel de camello amarrada a la cintura. Su alimento la miel y los saltamontes. Todos venían a él para ser bautizados con un bautismo de conversión. Venían a escucharle y a seguir sus enseñanzas. Él anunciaba al Mesías y claramente decía: “Detrás de mí vendrá el que es más poderoso que yo. Ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo”.

El evangelio de Marcos pone las bases de todo. Nos dice que empieza una exposición, un discurso: la buena noticia de Jesús Mesías. Es el mismo anuncio que hizo Juan en las riberas del Jordán. Y Marcos agrega: El Hijo de Dios. Con esta idea se inicia y cierra su texto en la cruz del Calvario.

Ahora bien, el Señor viene. Por ello, urge asumir la tarea de Juan. Debemos ir a pedir al mundo que prepare un camino para el Señor. No es necesario un personaje vestido con tan extrañas ropas.

Es más bien el momento de que todos salgamos a las calles, hombres y mujeres, obreros, amas de casa, estudiantes, profesionales, niños y ancianos, a anunciar la Buena Noticia de Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios.

Debemos preparar el camino, allanar los senderos.

El único modo de hacerlo bien es llamando al mundo a la conversión para el perdón de los pecados. Vayamos a hacerlo con alegría y esperanza.

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